A cada año bisiesto le anteceden miles de mitos, pues ese día adicional es visto por muchos como el “día fantasma” ya que cada cuatro años se agregan 24 horas extra al calendario, tal como ocurrirá este año 2024.

Hay quienes lo relacionan con la mala suerte, pues no faltan refranes como “año bisiesto, pocos huevos en el cesto” o “año bisiesto, ni viña ni huerto”. Sin embargo, es posible que en realidad no se trate de algo tan siniestro, reseña el Clarín.

¿Qué es año bisiesto?

Un año bisiesto ocurre cada cuatro años para alinear el calendario gregoriano con el solar, agregando un día extra al mes de febrero. El 2024 tendrá 29 días en vez de los 28. Esto quiere decir que el año solar tendrá 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos, que equilibrarán la acumulación cuantificada del tiempo.

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“Bisiesto” es una palabra derivada del latín “bis sextus dies antes calendas martii” y significa “el sexto día antes del mes de marzo”, o sea, el día extra que se da entre el 23 y el 24 de febrero impuesto por el emperador Julio César, detalla AS.

¿Cuáles mitos rodean al año bisiesto?

Existen razones por las que muchas personas adjudican la desgracia a aquellos años que tienen 366 días, y es que muchos infortunios ocurrieron en los bisiestos: el hundimiento del Titanic (1912), el asesinato de Ghandi (1948), asesinato de Martin Luther King (1968), el de John Lennon (1980) y la pandemia del COVID-19 (2020).

Los escoceses ven al 29 de febrero como un día de mala suerte, tal como si fuera un martes 13 o el viernes 13, dependiendo del país. Los griegos creían que casarse en un año bisiesto conllevaba al fracaso de esa pareja.

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Por otro lado está Irlanda, cuyos habitantes lo relacionan con la buena fortuna, de hecho, reconocen el 29 de febrero como el “Bachelor’s Day” o Día de los Solteros, en el que las mujeres suelen proponerle matrimonio a los hombres, si este rechaza la propuesta, antiguamente debía comprarle un vestido de seda a ella.

La razón de esta costumbre se debe a que una leyenda cuenta que en el siglo V, Santa Brígida y San Patricio (patrones de Irlanda) acordaron que aquel sería el único día en el que una mujer tuviese permiso de proponerle matrimonio al hombre.

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