Matías es un niño de 11 años que sueña con tener un perro desde hace tres años. Su mamá aún no le concede este deseo porque considera no estar listos para ofrecerle los cuidados correspondientes, pues es consciente de que un animal de compañía no es un regalo para el momento ni un juguete desechable, sino una vida que se convierte en un miembro más de la familia.

Cuando su hijo menor le dice: “Mami, papi, quiero un animalito”, sea cual fuere la especie, se debe identificar que esto no sea un simple capricho, sino un deseo que debe ser asumido con amor, protección y responsabilidad.

Aspectos por considerar previamente

Doménica González, entrenadora canina y etóloga, recomienda que antes de tomar la decisión de integrar un animal de compañía a la familia debe haber una conversación con los adultos involucrados dentro del hogar, “para que todos estén de acuerdo con esta decisión y toda la responsabilidad que corresponderá tener un animal de compañía en casa”.

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Hay factores que siempre se deben considerar antes de tener un animal de compañía, como la estabilidad, la capacidad para proporcionar cuidados adecuados y el compromiso a largo plazo. Pues es una responsabilidad que se adquiere hasta el último día de vida de esa mascota. “Ten en cuenta el tipo de animal que mejor se adapte al estilo de vida de tu familia y el espacio disponible en tu hogar”, aconseja la psicóloga clínica Katiuska Delgado.

Antes de tomar una decisión sobre el animal de compañía, es importante investigar sobre su especie para poder enseñarles a los menores a interactuar de una manera segura y respetuosa. “No todos los animalitos son iguales, tienen sus diferencias, peculiaridades y necesidades que la familia humana debe conocer antes de hacerlo parte del núcleo familiar”, advierte la especialista.

No existe un animal ideal, dice González, pero sí se podría buscar uno que según su tamaño y personalidad se adapte al estilo de vida de la familia y que no cause temor o rechazo al niño. “Recuerden que buscamos algo kids friendly, no adulto friendly”, subraya la profesional de Sinergia Canina.

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¿Hay una edad apropiada?

Delgado dice que no se puede determinar una edad adecuada para tener al primer animal de compañía, ya que esto más depende de lo preparado que esté para asumir esta responsabilidad. “Evalúa la edad y madurez de tu hijo/a para asegurarte de que esté listo/a para asumir la responsabilidad”, dice.

“Entre los 7 y 8 años, antes de recibir un animalito de compañía en tu hogar, hay que enseñarles a los niños la responsabilidad y cuidados pertinentes que deben brindarle al nuevo miembro de la familia”, acota la también presidenta de Refugio Pana.

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En tanto, González considera que la edad prudente es de 10 años en adelante.

El menor debe tener claro que un animal de compañía no es un objeto de entretenimiento del que se puede deshacer en el futuro. Fundaciones de animales anteriormente han reportado a este Diario que uno de los motivos del abandono animal es la pérdida de interés del menor.

“El niño debe saber que el animalito de compañía va a crecer, no siempre será un cachorro y que no es un objeto de entretenimiento, es un ser vivo al cual debe respetar, amar y cuidar hasta el último día de su vida. Es un compromiso de aproximadamente diez a quince años”, enfatiza Delgado.

En el caso de las familias que esperan la llegada de un bebé, a un hogar donde ya hay mascotas, la recomendación es -en el caso de los canes-socializar al perro con la llegada del recién nacido. “Armar el dormitorio, que reconozca olores, las interacciones deben ser supervisadas por momentos y tiempos designados”, aconseja González.

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Lo que debe aprender un niño

Un niño debe aprender todas las responsabilidades que debe asumir con su nuevo ‘amigo’ canino o felino, el vínculo entre los dos no solo consiste en mimos y juegos, también depende de tareas que convierten a un niño en un tutor responsable. “Deben aprender a bañarlos, cepillarlos, limpiar sus desechos y cuidar su bienestar”, recuerda Delgado.

Además hay que enseñarles lo importante de llevarlos a controles veterinarios, “ya que el animalito de compañía no podrá comunicarnos si está sintiendo dolor”.

Los libros o cuentos didácticos donde se explique la tenencia responsable pueden ayudar en este proceso, así como conversaciones entre familia. “Hay que irlos involucrándolos en cada paso previo a la llegada del animalito, conversar de manera frecuente sobre previas experiencias (en el caso de tenerlas), enseñándoles cómo deben ser las interacciones (dónde lo puede acariciar, cómo debe acercarse), explicarles que es un ser vivo y habrá necesidades que cubrir, etc.”, detalla González.

Los adultos son pieza clave en estas enseñanzas, pues deben establecer las normas y límites desde el principio para lograr un bienestar con todos en casa.

Hay reglas claras que se podrían determinar, como por ejemplo, ¿cuál es el área de la casa destinada al animal (donde esté su comida, su agüita y su espacio para hacer sus necesidades)?, ¿pueden subirse a la cama o los muebles del hogar?, ¿dónde debe dormir la mascota?, ¿cuáles serán sus horarios de comida y de paseo?

“Enseñar a los niños con el ejemplo para que las responsabilidades que va a tener con su animal de compañía no lo vea como un castigo o una obligación, sino que sea un acto de amor y compasión”, indica Delgado.

Aunque el menor figure como su tutor responsable, González indica que lo ideal es que el perro aprenda a responder a todos los miembros del hogar o a todos los que se involucran en su proceso de desarrollo y aprendizaje. “De todas formas, es normal que el animalito suela responder con mayor facilidad al adulto ya que la comunicación es mucho más clara y precisa”, sostiene.

Ventajas de que un niño tenga un animal de compañía

Foto: El Universo

Los animales de compañía ofrecen apoyo emocional a los menores, como también los ayuda a ser más responsables, empáticos, respetuosos con cada ser vivo. “Promueven la responsabilidad al cuidar de otro ser vivo y fomentan el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, como la compasión, generosidad, lealtad y nobleza”, explica la psicóloga.

Una mascota en la vida de un niño puede ayudar a aliviar síntomas de estrés, ansiedad, depresión, así como también promover la actividad física y enseñar importantes lecciones sobre el ciclo de vida y la naturaleza.

“Los animales nos recuerdan que somos humanos, que tenemos sentimientos, amor sincero sin esperar algo a cambio, nos motivan a seguir adelante por la valentía que muestra ante cada adversidad y, sobre todo, nos enseñan a valorar y disfrutar de las cosas simples de la vida”, menciona. (I)