Hace tres años y medio, el irlandés Niall Harbison dejó el consumo de sustancias (era alcohólico y adicto al Valium) después de casi morir por una sobredosis. Era 31 de diciembre y decidió cambiar su vida, no solo volviéndose sobrio, sino encontrando una causa que amara tanto como para mantenerse en ese estado. Se dedicó a rescatar perros callejeros.

Harbison vive en Tailandia y recoge animales que están en condiciones críticas, gestiona la atención veterinaria y les encuentra un hogar, a veces al otro lado del mundo. Sin olvidar a los 80 perros abandonados a los que visita y alimenta a diario. Las historias de recuperación canina están en sus cuentas de Twitter e Instagram. “Levantarse es posible, para los perros y para los humanos. Recuerda eso”.

¿Qué necesita saber alguien que no tiene un refugio ni experiencia antes de rescatar un perrito de la calle? Que no hay confianza todavía.

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“Primero, estás en su espacio”, dice el experto en entrenamiento canino Diego Cuasapaz (@mrkong.ec). “No debes ser invasivo, porque es probable que al acercarte, se lance a morder. Recuerda que el perro por naturaleza es territorial, es su seguridad la que estás tentando”.

Hay que generar confianza a través del contacto diario, visitar el lugar donde el perro está y aprender a leer su lenguaje corporal. “No siempre una cola que se mueve significa que está feliz. Tenemos que analizar todo el cuerpo del perro”.

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Uno que está erguido, observando su entorno y esperando a que alguien le dé comida está en buenas condiciones, pero el que se esconde, tiembla, ladra, está a la defensiva, no va a permitir que lo toquen. “Si lo llevas a tu casa, te tocará trabajar muchísimo en seguridad. Debes tener cuidado de los niños, si ellos no se controlan, el perro los morderá, en el peor de los casos”.

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Lo que nunca se debe hacer al aproximarse a cualquier perro, callejero, doméstico, entrenado o poco entrenado es ir de frente y mirarlo fijamente a los ojos, advierte Cuazapaz. “Eso es una amenaza”. La forma correcta es agacharse, ponerse a su altura y a un costado, permitir que el perro venga y olfatee.

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Además, hay que darle satisfacción a sus necesidades, proveyendo comida. Es una técnica de entrenamiento, se le da alimento a cambio de un gesto amistoso, y así el perro graba en la mente que esto le trae recompensa.

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El perro que vive en la calle todos los días tiene que defenderse, ocultarse, buscar comida y refugio, es él solo contra el mundo. Cada día es un evento de supervivencia.

El entrenador indica que no es buena razón llevar un animal a la casa para que le haga compañía a un niño. Tampoco recoger al primer perro callejero que encuentren. “Es un consenso familiar, porque van a tener que dedicarle mucho tiempo, darle espacio, darle de comer, entrenar y caminar muchísimo”. Por ejemplo, si el perro recorría 5 kilómetros diarios, hay que ofrecerle un trato igual o mejor.

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Si ya lo has decidido, debes llevarlo al veterinario. La primera libertad es ser libre de dolor, lesión y enfermedad. Descartar todos los problemas de salud posibles, exámenes de parásitos (algunos se transmiten del humano al animal, y viceversa), problemas visuales, problemas de la piel”.

Los veterinarios pedirán una espera de 15 días de evaluaciones para luego vacunar y desparasitar al perro.

Una vez sano, hay que proporcionarle no solo comida, sino ejercicios olfativos, entrenamiento para usar la correa, procesos de sensibilización para que sepa estar en un lugar pequeño y se acostumbre a las horas de descanso y paseo.

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“Si te asesoras, lo logras; tenemos talleres en el que te enseñamos actividades que reemplacen la rutina que el perro tenía en la calle”; que olfatee, que explore, que juegue y que busque su alimento. Un perro en un patio o garaje vacío no será feliz. “Enriquecer el espacio es importantísimo”.

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¿Y si no tengo jardín o patio? Cuasapaz cree que lo importante es que el perro tenga un lugar cómodo para descansar y sentirse seguro. Puede ser una habitación, sala de estar o un corral con elementos que lo mantengan mental y físicamente ocupado.

Cuasapaz pide tener en mente el peso del perro. “Es como la cédula de identidad. De eso depende el desparasitante y la cantidad de comida”. Además, puede haber conflictos porque el perro comía de todo en la calle y se lo cambiamos por alimento balanceado. “Hay que darle vitaminas y enzimas”.

¿Y si el perro tiene temperamento fuerte? Con entrenamiento, debería poder comportarse y socializar con gente y animales, aunque no hay por qué llevarlo a todas partes, aquí hay que usar criterio. “No va a dañar tu vida social, pero adonde vaya, tiene que hacerte quedar bien”. (F)