Kiev fue la primera capital de Rusia cuando se constituyó como una confederación de principados eslavos del este, hacia el siglo IX. Rurix, un caudillo vikingo, que fundaría una dinastía de siete siglos, fue quien les enseñó tanto a guerrear como a comerciar con sus vecinos. Establecida como una potencia europea, intentó la captura de Constantinopla (Bizancio), el centro del Imperio romano de Oriente, pero el uso del “fuego griego”, un antiguo lanzallamas, impidió que sean tomadas sus inexpugnables murallas. Un pacto matrimonial de los linajes reales permitió restablecer la paz en el mar Negro.