Se suele tener un estereotipo recargado de la forma en la que luce una persona inteligente: debe ser introvertida, no agraciada a nivel físico, siempre contar con un libro a la mano y ser enemiga de los eventos sociales. Lo cierto es que ese tipo de características solo se ha vuelto real en las películas, y que en la vida diaria no tienen tanto peso como lo pensamos.