Condiciones climáticas regionales, constitución del suelo, materiales a disposición: los desafíos que plantea la construcción de viviendas dependen de las características y necesidades locales.

La pandemia del coronavirus colocó a la industria de la construcción ante el mismo problema a nivel global, ya que los años anteriores demostraron cuán frágil es el comercio internacional, y con cuánta rapidez puede aumentar la demanda, provocando cuellos de botella en el suministro.

La pandemia también pone a prueba las vías de transporte. Transportar materiales en camiones o barcos alrededor el mundo, causando altas emisiones de CO2, no parece ser ya adecuado, en vista del cambio climático y la escasez de materias primas.

Publicidad

“Tenemos que recurrir mucho más a los recursos locales”, dice a DW la arquitecta Anna Heringer. Junto con sus colegas, debate en el 27º Congreso Mundial de Arquitectura 2021 de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), en Río de Janeiro, acerca de cómo construir de manera sostenible.

“La resiliencia es mayor si no se depende de los mercados externos”, explica Heringer. “Tenemos un material de construcción fantástico, presente en todo el mundo: el barro”, señala. La arquitecta alemana Anna Heringer es conocida por desarrollar una arquitectura sostenible con légamo y bambú, especialmente en países como Bangladesh o Marruecos. Su trabajo se centra la construcción con barro desde el inicio de sus estudios. Sus trabajos han ganado premios internacionales, y la UNESCO la nombró profesora honoraria de la Cátedra UNESCO de Arquitectura de Tierra y Culturas de la Construcción y Desarrollo Sostenible.

El barro, un material simple y sostenible

El limo es uno de los materiales naturales de construcción más sanos. Permite una ventilación natural de las paredes y permite un buen aislamiento de la humedad y del sonido. Es reciclable y no debe ser transportado a través de grandes distancias, por lo cual es especialmente sostenible. Para construir con limo se necesita solo cerca de un 1 por ciento de la energía necesaria para edificar una casa con hormigón o ladrillos.

Publicidad

El congreso, que tiene lugar cada tres años desde 1948, se realiza -de forma totalmente digital- en Río de Janeiro. Su lema “Todos los mundos, un solo mundo”, es una advertencia de cara a la escasez cada vez mayor de materias primas y la competencia resultante de ello en el mercado mundial.

En 2020, Alemania exportó un 40 por ciento más de madera bruta que el año anterior. La demanda aumentó, sobre todo, desde Estados Unidos, porque en Canadá -país de donde EE. UU. importa por lo general ese material- el escarabajo de la corteza hace estragos, al igual que en muchos bosques alemanes. Esas plagas hacen que las materias primas se encarezcan y afectan al medio ambiente, además, con largas vías para su transporte.

Publicidad

“Es absolutamente absurdo transportar materiales a tanta distancia”, señala Anna Heringer. Actualmente, en el sector de la construcción no se están cuidando los recursos, también porque edificar con cemento es mucho más barato. Hering exige por ese motivo que se apliquen impuestos más altos al sector por emisiones de CO2 y al combustible.

Se construye con más arena de la que produce la naturaleza

El concreto es, en todo el mundo, el material de construcción más utilizado, a pesar de que su producción daña irreversiblemente el medio ambiente. Para fabricar cemento, necesario como aglutinante para el hormigón, se usan cerca de 260 litros de agua por tonelada.

El material más utilizado en todo el mundo, después del agua, es la arena. Por ejemplo, en la producción de concreto y ladrillos. Según estimaciones, el ser humano extrae anualmente más del doble de arena de lo que la naturaleza está en condiciones de producir a través de la erosión. A eso se suman, también, sus largos caminos de transporte.

Por el contrario, la materia prima para la construcción con barro está siempre a disposición, explica Anna Heringer, por medio de la excavación, al construir garajes subterráneos o túneles para el metro. “El limo va a parar, sin embargo, a depósitos de pago”. En lugar de eso, la arquitecta aboga por la construcción de fábricas regionales de barro que podrían elaborar el material para la construcción de viviendas.

Publicidad

“El barro está presente en todas partes, y puede ser elaborado en todas partes”, dice Herringer. Debido a que no se debe comprar a altos precios, su uso puede, según ella, reducir también la desigualdad social. En Bangladesh, Anna Heringer construyó en 2005, en el marco de su tesina, una escuela con búfalos de agua que apisonaban el limo, en lugar de usar maquinarias. Además, el lodo es un material inclusivo: “Como es fácil de procesar, también trabajamos ya con personas discapacitadas”, relata.

El barro es caro todavía en Alemania

Sin embargo, la construcción con limo es, en países como Alemania, de dos a tres veces más cara que la edificación con hormigón. Anna Heringer califica la concentración en el hormigón de “falla del sistema”, que, sin embargo, fue hecho por manos humanas, y por eso, también se puede corregir. La arquitecta piensa que, en cuanto el uso del barro se extienda, su costo se reduciría.

En su ponencia en el Congreso Mundial de Arquitectura, Anna Heringer resaltó el potencial de los materiales locales. “Mutiplico cada reflexión acerca de eso por 7.900 millones”, dice, refiriéndose a la población mundial. Entonces queda claro en seguida que “las pequeñas decisiones cambian el mundo”. (I)