Muchos de los viajeros que se trasladan en vehículo propio sobre la Ruta del Spondylus desde Santa Elena con dirección hacia Manabí tienen la dulce costumbre de detenerse unos minutos en la comuna La Entrada, ubicada justo antes del límite entre ambas provincias, para degustar alguna de las delicias que han hecho famoso a Los Dulces de Benito, negocio que funciona en el costado derecho de la autopista.
Así ha ocurrido en las dos décadas que viene operando ese local que es propiedad de Benito Pincay. Pero desde hace seis años, la comuna La Entrada se ha propuesto cautivar de otras maneras a los visitantes, volviéndose un destino de matrimonios gracias a la genial iniciativa de construir la iglesia del poblado justo al frente del mar y ¡con un gran ventanal que permite que el paisaje oceánico acompañe a las felices parejas que deciden celebrar su boda en ese templo!
La aceptación ha sido contundente, ya que tienen reservas para todos los fines de semana que restan de este año, indica Stefanía Guale Pozo, presidenta de la comuna, lo cual demuestra el interés que ha despertado La Entrada entre aquellas parejas que desean enlazar sus destinos en ese ambiente inolvidable ubicado a dos horas y media de Guayaquil. “Estamos trabajando fuertemente en el tema turístico para beneficio de los 1.200 habitantes de la comunidad”, dice.
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La experiencia dentro de la iglesia se complementa con un detalle muy llamativo: La Entrada cuenta con 85 murales pintados por artistas de todo el país dentro del programa llamado Casitas de Colores, el cual fue iniciado por Shell y Marsha Spivey, una pareja de estadounidenses retirados que reside allí desde hace once años, quienes también apoyaron la construcción de la iglesia. “Ya se han realizado cuatro festivales para invitar a los artistas para que pinten un mural”, indica Stefanía. Y seguiremos sumando más obras en futuros festivales para que cada muro luzca embellecido”.
Eso permite que los recién casados y sus invitados sean recibidos por obras de arte con diversidad de temáticas, que evocan la cultura milenaria de la zona, además de su riqueza natural.
Todos esos murales esperan a las parejas, pero también a todos los viajeros que ahora se detienen para contemplarlos en agradables recorridos a pie que muy bien pueden terminar con un delicioso cebiche que puede solicitarse en alguno de los pequeños puestos de los comuneros, quienes suelen pescar y bucear cada día para surtir sus negocios con ostras, pulpo, camarón y pescado.
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Armando Asunción, encargado del Turismo en la comuna y presidente cuando comenzó esta iniciativa, explica que están motivando a que los habitantes emprendan pequeños negocios relacionados al turismo como una manera de ayudar a la economía local. “Ahora contamos con siete puntos de cebichería, de buzos de aquí de la comuna, además que hay pequeños comedores”.
Como parte de esa meta, ya han restaurado el monumento a la ballena jorobada y pronto esperan modernizar la contigua plaza de comidas. Así, La Entrada espera seguir creciendo como destino, con matrimonios, con arte, con gastronomía y, claro, con los ya tradicionales dulces de Benito. (I)