Surcos blanquecinos marcan una geografía erosionada en el cantón Nabón, a 70 km de Cuenca, suroriente de Azuay; y en Dumapara, sitio de la parroquia Chorocopte, estos se matizan con canales naturales y artificiales. Allí, según referencias de historiadores locales, descansó el cacique cañari Duma, luego de derrotar a las tropas incas de Túpac Yupanqui.

En el lugar, ubicado a 8 km al norte del centro urbano de Nabón, hay evidencias de un asentamiento del pueblo cañari y posterior establecimiento de los incas, según Jaime Idrovo, arqueólogo cuencano quien, con apoyo de la Municipalidad de ese cantón, inició un proyecto de restauración.

La Fundación Inka, que dirige Idrovo, encontró montículos de rocas labradas (casi cuadradas) que forman muros; y otras del Cápac Ñan o Camino del Inca, que es un tramo de esta ruta que ha sido postulada para que la Unesco la declare Patrimonio Cultural de la Humanidad, y que se extiende por Perú, Bolivia y Chile. En este lugar se dividía en ramales hacia la Costa, la Sierra norte y sur.

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Un antiguo mapa de ese asentamiento detalla a sus paredes con hasta 1,60 metros y contaban con techo. Al sitio se lo conocía como Uduzhapa.

Luz María Ramón, moradora, de 71 años, dice que no creía que ese “montón de piedras”, como llamaban a las ruinas, fuese parte de un importante complejo arqueológico.

A lo largo de dos kilómetros, en Dumapara hay cuatro áreas. Una de ellas acaba de ser reconstruida por la Fundación Inka. Son 4 habitaciones de 9 m² cada una conectadas entre sí y confluyen a un espacio más amplio, de 12 m², conocido como cancha de rituales.

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En la restauración los muros se dejaron a una altura de 0,60 metros y se utilizó la misma piedra dispersa entre los cimientos casi intactos, según Idrovo, y para compactarla usaron la misma tierra del sector.

Esta es la primera fase del proyecto en la cual el Municipio invirtió $ 24.916, en convenio con los dueños de los terrenos. La Fundación Inka aportó con $ 3.500 para capacitar a los moradores para informarles sobre la importancia del lugar.

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También se intervino en un posible “ayajutuco” o hueco del muerto o cementerio en el que se encontraron 68 excavaciones producidas por huaqueros (que buscan restos arqueológicos de valor).

Restos de cerámica se encontraron durante la exploración, a unos 200 metros del área restaurada, en donde se intervendrá en las próximas semanas y donde la yerba amarillenta deja ver montículos de piedras que rodean a cuatro habitaciones y estas a su vez marcan un patio circular en el centro.

Al otro extremo hay dos collcas o cuartos pequeños que habrían servido para almacenar granos y vituallas. Allí crecen plantas medicinales que casi no se utilizan, como la pitahaya silvestre o el zhatán que servía para limpias, entre otras plantas, según Ramón.

En la parte más alta del cerro Chalcay, junto al complejo arqueológico, en la laguna de los Remedios, se hallan más vestigios de lo que era un camino pedroso para el ascenso.

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Alrededor del lago unas piedras grandes con orificios de unos 3 centímetros de profundidad servían para determinar el paso del tiempo como relojes, ya que dentro de ellos se colocaba agua con diferentes semillas que le daban tonalidades rojas, amarillas y azules según las horas de día, dice Magaly Quezada, alcaldesa de Nabón, en referencia a un estudio que hace varios años hizo un técnico del Banco Central.

Técnicos y moradores creen que ahí se hacían rituales de curación. Allí crecen plantas medicinales como la congona.

Presumimos que este era un espacio de hospedaje, posiblemente de tropas, son cuartos más pequeños y los pedazos de cerámica pertenecen a utensilios de cocina”.Jaime Idrovo, arqueólogo.