Marco, de 5 años, estaba emocionado al subir al asiento del piloto con su padre, Luis Víctores, y su madre, Eliana Guerrero, que entró en el asiento trasero. Ellos se montaron a disfrutar de la comodidad de un Jeep Wrangler. Cada uno acariciaba el interior, el volante y los mangos de las puertas con sorpresa, como si se imaginaran tenerlo.