El investigador afroecuatoriano Ibsen Hernández realizó un conversatorio para tratar temas sobre la mitología afroesmeraldeña, la noche del miércoles, en el museo Presley Norton, en Guayaquil.

Como ‘Mito, magia y realidad: el mundo afroesmeraldeño a través de la tunda’ fue denominada la cita.

Hernández publicó hace un mes el libro Te daré una tunda y explicó las bases de su texto, en el que habla sobre la tunda, un personaje nombrado por abuelos en Esmeraldas.

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Según Hernández, la tunda es un ser que tiene un pie de humano y otro pie de molinillo. Se presentaba a los niños que desobedecían a sus padres, en forma de algún familiar femenino cercano y se los llevaba a las montañas obsequiándoles camarones asados que sacaba del cuerpo.

Allí, este personaje cimarrón (que escapaba a la selva y se asilvestra), los esclavizaba.

Para rescatar a la persona del cautiverio, contó Hernández, había que ir a buscarlos a la selva con perros, escopetas y rezando en voz alta.

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“Usted va a la zona rural de Esmeraldas, y no es que es un mito, allá dicen ‘a mí me llevó la tunda’, ‘a mí me rescataron’”, explicó Hernández, quien es actor y director de teatro.

Indicó que está en desacuerdo cuando a la tunda la dibujan como un ser “horrible”. “La tunda no es fea, la tunda tiene mil rostros de seres queridos, porque el que sigue, sigue a la mamá, a la abuela, a la tía”, sostuvo Hernández.

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Explicó que varios esclavizados, al intentar escapar reiteradamente, eran capturados por mercenarios, quienes les cortaban el pie como castigo.

“Había algunos que a pesar de haberles cortado el pie, cogían ramas, raíces de cuatro puntas y con eso se movilizaban”, puntualizó.

Antes del conversatorio, un grupo de danza interpretó dos números artísticos. Al son de la marimba, cuatro bailarines dramatizaron una breve escena y danzaron en el lobby del museo guayaquileño. (F)