Relato se basa en creencias de la Amazonía

Los niños no entendían de protocolos y sin rubor preguntaban a sus padres por todo lo que pasaba en el escenario con los solistas disfrazados de animales y shuares de la Amazonía ecuatoriana. Grandes y pequeños no querían perderse Kinti, Nina, Hatunpash, la ópera infantil en kichwa cuya composición original se llama El Quinde, el fuego y el gigante.

Quienes dieron vida a esta historia fueron 63 niños y jóvenes del coro infantil del Conservatorio José María Rodríguez, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Cuenca (OSC), que se planteó el reto de adaptar al kichwa esta obra del quiteño Fernando Moncayo y del compositor Jorge Oviedo.

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A las 20:00 empezó el concierto y tras una breve presentación, el teatro quedó a oscuras. Oviedo, quien dirige la Sinfónica de Cuenca, tomó la batuta como director invitado y una luz azul dio la bienvenida.

Los pequeños empezaron a salir de los costados y se juntaron en medio del escenario, frotándose los brazos como si tuvieran escalofrío.

Así recreaban parte del argumento de la obra: una comunidad amazónica que pese a ser feliz tenía un problema, el frío. Deciden cantar para llamar al taita Inti (padre sol), que les da calor. Pero si bien los calentó un poco, en una primera salida, luego se fue.

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Un tanto decepcionados llamaron a Arutam (el tigre que protege a los humanos y a las cascadas sagradas), quien les contó que para amarrar al sol no necesitan cuerdas sino cantos. Un consejo que funcionó, pues el taita Inti volvió ante las súplicas y les regaló fuego para que se calienten.

La puesta en escena no dejó detalles sueltos. Y mientras el fondo de la selva cambiaba de colores por las luces, en la parte alta de las tablas una pantalla rectangular traducía el canto kichwa a español para que los asistentes lo entendieran. En medio del canto lírico se escuchaban pequeñas voces que preguntaban: ¿Qué están diciendo?, ¿por qué no usan camisa? Eran los niños que pedían explicación a los adultos.

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Jorge Regalado preparó la técnica vocal e interpretación del coro. Contó que para adaptar la obra al kichwa hubo un trabajo previo, que incluyó a profesores nativos para la traducción y pronunciación.

Él dijo que uno de los momentos más emotivos que vivió fue la mañana del jueves último, cuando alumnos y docentes de unidades educativas bilingües de Sisid, Suscal y Quilloac, comunidades del cantón y de la provincia de Cañar, vieron la ópera y se emocionaron al escuchar una interpretación de este tipo en su idioma, pues generalmente este género se lo ejecuta en italiano o alemán.

En la ópera, uno de los momentos de drama fue cuando un gigante se robó el fuego. Todos exclamaron en coro: “¡Achachay, achachay!” (que se usa para expresar frío).

Aunque al inicio el gigante se sale con la suya, los nativos vuelven a cantar para llamar a Humbuí, un pequeño colibrí verde que los ayuda y lucha contra el gran hombre hasta que finalmente recupera el fuego y rescata a la aldea.

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El gigante regresó al poco tiempo para suplicar que le compartieran un poco de fuego porque moría de frío. La comunidad aceptó a cambio de que prometiera que no perseguiría a los animales de la selva. (F)