Frente a las toneladas de plástico desechable que usan los hoteles cada año, el CO2 que emiten los aviones o la masificación en Barcelona, el Everest o el Machu Picchu, la industria del turismo prometió este semana en el foro de Davos ser más "sostenible" aunque advirtió que alguien tendrá que pagar el coste.