Más de 300 científicos, líderes indígenas y sociales, autoridades gubernamentales y académicos se congregaron en Quito para participar en la III Conferencia por La Amazonía Que Queremos, donde se analizaron los desafíos que enfrenta la región desde diversas perspectivas y se plantearon alternativas a los problemas que afectan a la población, así como a la flora y fauna.

Fue organizado por el Panel Científico por la Amazonía (SPA) y la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), y se desarrolló el 9 de abril.

El encuentro es considerado una antesala importante de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2025, conocida como COP30, que este año se celebrará en Brasil, del 10 al 21 de noviembre.

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Emma Torres, coordinadora estratégica del SPA y vicepresidenta para las Américas en la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU, destacó que el Panel cuenta con más de 300 científicos de la región, líderes indígenas y socios globales.

Explicó que el propósito central del SPA es sintetizar y comunicar el conocimiento científico sobre la Amazonía, inspirado por el conocimiento de los pueblos indígenas. La información ha servido de base para la creación e implementación de políticas públicas, resaltó.

Torres mencionó que el informe que elaborará la SPA este año no solo se enfocará en la importancia de la Amazonía para la región, sino también lo que representa a escala mundial.

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“Esta COP de la Amazonía nos da una oportunidad singular para que los países de la región presenten planes para el desarrollo sustentable de la Amazonía y para lograr cero deforestación para el 2030. Pero también es una oportunidad única para que la comunidad global movilice financiamiento de apoyo a los países y comunidades que mantienen a la Amazonía en pie”, resumió la coordinadora del SPA.

Por su parte, María Cristina Recalde, ministra encargada de Ambiente, recordó que la Amazonía está comprendida por 25,7 millones de hectáreas de superficie terrestre y 109,2 millones de hectáreas de superficie marítima, alberga más de 92 ecosistemas.

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Ahí habitan 11 de las 14 nacionalidades indígenas de Ecuador. Además, existen 28 áreas protegidas, que abarcan más de 3,6 millones de hectáreas, las cuales representan el 13 % de todo el Sistema Nacional de Áreas Protegidas.

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La ministra describió algunas de las acciones del Gobierno para la conservación de la Amazonía, como que se adjudicaron más de 20.000 hectáreas a cuatro comunidades indígenas de la comunidad Shuar, en Morona Santiago.

Señaló que el Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques permite monitorear alertas de deforestación y cambios de uso de suelo. Que a través del proyecto nacional de restauración de paisaje se intervinieron más de 16.000 hectáreas.

Carlos Nobre, co-presidente del Panel Científico por la Amazonía, habló de los “ríos voladores”, generados por la ruta hidroclimática Andes-Amazonía-Atlántico, y que son esenciales para el sistema hidrológico de gran parte de Suramérica.

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Lamentó que desde hace 50 años empezaron grandes procesos de deforestación en varios países, como Brasil. A lo que se suman problemas de degradación, cambio climático e incendios, afectando al calentamiento global del planeta.

Indicó que “gran parte del sur de la Amazonía está muy cerca de punto de no retorno”. La estación seca está cinco semanas más larga, que en los últimos 45 años. El aire es más seco, incrementando la mortalidad de árboles.

Si no se toman acciones para revertir la situación, en los próximos 30 a 50 años se podrían perder más de 250.000 millones de toneladas de CO2 para la atmósfera, lo que derivaría en la pérdida de la mayor biodiversidad del planeta.

Entre las posibles soluciones para la crisis del sistema se plantea cero deforestación y degradación forestal; restauración forestal a gran escala con especies nativas; socio-bioeconomía de bosques en pie y ríos que fluyen saludables; conocimiento de los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Nobre apuntó que si bien en los años 2023-2024 hubo un 65 % de reducción de deforestación en comparación con 2022. Sin embargo, en 2024 se registraron más de 180.000 incendios, de los cuales el 98 % no fueron por causas naturales, sino humanas.

Andrea Encalada, vicerrectora de la USFQ y experta en ecología acuática, destacó que los Andes están estrechamente ligados con la Amazonía. Como ejemplo señaló que el 85 % de agua que se consume en Quito proviene de la Amazonía.

Encalada reseñó los problemas ecológicos, sociales y económicos que afectan a las comunidades. Enfatizó en la importancia que tienen los ríos como elementos integradores del ecosistema, que debe ser conservados.

Señaló que, por ejemplo, la represas hidroeléctricas tienen un impacto en los ríos y la vida marina.

Como recomendaciones a los retos en esa materia anotó, entre otras, desarrollar un marco de conservación basado en cuencas hidrográficas para toda la cuenca; mantener o restaurar los corredores ininterrumpidos de conectividad de agua dulce a través de las Reversas Comunitarias Fluviales; moratoria sobre la construcción de nuevas represas, adoptar energías alternativas; explorar la remoción de presas y restauración de ríos que fluyen libremente; implementar políticas de control de la Contaminación y Saneamiento de Efluentes Urbanas, Agrícolas e Industriales.

Comentó que las políticas de agua dulce deben alinearse con las estrategias de reducción de la deforestación y la degradación y política climática. Sugirió gestión de pesca sostenible, invertir en proyectos de bioeconomía para desalentar las actividades ilícitas. Y promover inversiones para el desarrollo turístico acuático y fluvial.

Del evento en Quito se obtendrán insumos para la elaboración del Reporte de la Amazonía 2025 del SPA, que abordará el eje de conectividad y se presentará en la COP30. (I)