En Quito el 3% de los niños, niñas y adolescentes realiza trabajo infantil, aunque este se encuentra prohibido en la Constitución del Ecuador. Son 25.600 infantes, según determinó el estudio “Diagnóstico situacional sobre el trabajo infantil en el Distrito Metropolitano de Quito”, realizado a finales de 2019. La mayor parte de ellos, el 71%, tiene entre 5 y 14 años.

El estudio lo lideró el Consejo de Protección de Derechos, del cabildo quiteño. El objetivo que se planteó en ese momento fue crear una ordenanza que permita trabajar en la erradicación del trabajo infantil.

Por su parte, el Patronato San José tiene en marcha el proyecto de los Centros de Erradicación del Trabajo Infantil (Cetis), donde se brindan cuidados y acompañamiento escolar para evitar que los pequeños estén en las calles realizando labores.

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En la ciudad se cuenta con cuatro Cetis: Mercado Mayorista, La Mariscal, San Roque y Carollo. Además, tres “puntos Cetis”: Ofelia, Mercado San Roque y Casa Somos de Calderón (de próxima apertura este último), que brindan los mismos servicios, pero en espacios comunitarios que se consiguen a través de convenios con empresas e instituciones.

En estos se atiende a niños de 5 a 15 años, que se encuentren en riesgo de explotación laboral o “callejización”, según explica Elba Gámez, jefa de Unidad de Proyectos de Otras Temáticas, que es cualquier actividad que mantenga a un menor en la calle.

Pablo Benalcázar, gerente del Mercado Mayorista, asegura que el trabajo infantil en esta zona ha sido casi erradicado, al menos en menores de 12 años. “En las seis semanas de gestión que llevo en la administración hemos tenido dos casos de menores que se encontraban trabajando, pero como no pertenecían al mercado solo se pudo pedir que se retiren”, indicó.

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Según nos cuenta, dentro de los estatutos internos existen sanciones para quienes tengan menores trabajando. La primera vez se hace un llamado de atención verbal, la segunda instancia es una amonestación escrita y una multa que va del 5 al 10% del valor del arriendo del local, y si reincide, puede ser terminado el contrato de arrendamiento por parte de la administración.

Durante la pandemia estos centros tuvieron que cerrar, sin embargo, la situación se agravó y tuvieron que reabrirse en el mes de octubre. Con las clases en línea, durante la pandemia “los niños se ubicaban en las esquinas de los parques o alrededor del teléfono de las mamitas para recibir clases”, indicó Gámez. Esto motivó a que, cumpliendo las medidas de bioseguridad, se retome el trabajo de los Cetis.

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Actualmente se atiende a 300 menores y se les brinda alimentación balanceada de manera gratuita. Los horarios de atención dependen del sector y jornada de trabajo, especialmente en los mercados de Quito. También, en convenio con Cruz Roja ecuatoriana, los niños recibirán, en los próximos días, un segundo chequeo médico y pueden acceder a atención psicológica.

El Patronato despliega, de lunes a domingo, un equipo de abordaje en las zonas de mayor incidencia de trabajo infantil. El personal se encarga de realizar un acercamiento con las familias y ofertar el servicio para los más pequeños. “Hemos tenido buena acogida, ya que es una preocupación menos para los papás que realizan trabajo en calle”, añadió Gámez.

Según las autoridades, aunque la cifra se ha reducido de 10% en 2006 a 3% en 2019, no se podrá erradicar completamente, al menos, hasta el 2028. La situación preocupa, pues los efectos más comunes en los niños que trabajan pueden evidenciarse físicamente: lesiones, fiebre, heridas, quemaduras, problemas en piel y ojos y agotamiento. (I)