Para Asencio Calahorrano, de 61 años, desempleado, jugar vóley con sus vecinos ha sido parte de su vida, casi una obligación. Siempre vivió en La Comuna Santa Clara de San Millán, un barrio levantado a pulso por sus habitantes, sin permisos ni escrituras, que se encuentra partido en dos por la avenida Occidental, en el centro-norte de Quito.