Una pareja de estudiantes vestidos como residentes se infiltra en la fila del personal médico de un hospital público para ponerse la vacuna contra el COVID-19. Un grupo de 560 personas de un club privado fue inoculado antes de que los adultos mayores del país pudieran siquiera inscribirse en una página web para separar un turno. Cuando Ecuador va contando su cuarto ministro de Salud en un año, sobrepasado por la situación sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus, expertos hablan sobre otra crisis en el país: la falta de ética.