El cuerpo estaba en la cama. La habitación tenía el acondicionador de aire encendido, la temperatura marcaba 16 grados. Desde el cuarto, por las hendijas de la puerta, salía un aire fresco, helado, pero con un olor extraño, nauseabundo.

Era el martes 12 de marzo, por la noche. La habitación había sido alquilada hace dos días, el domingo 10, por el médico Marcelo Geovanny Alcívar León, quien ese mismo día fue reportado desaparecido en Guayaquil.

Llegó a las 21:26 al hostal ubicado en el barrio El Palmar de Manta. Llevaba una mochila y una gorra. Vestía una camisa blanca y en la mano izquierda sostenía un suéter.

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Su llegada quedó grabada en una cámara del lugar. María Antonieta Intriago, la dueña del hostal, lo vio por única y última vez. “Era un muchacho alto, bien vestido y olía muy bien, tenía un buen perfume”, expresó ella.

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Ese día el hostal no tenía agua potable, la bomba del aljibe se había dañado. María le dijo eso al médico, pero él le contestó que no importaba, que con un balde con agua era suficiente. Luego él mismo agarró el recipiente y lo subió hasta la tercera planta donde estaba su habitación, la número 3.

Allí ingresó, no quiso ubicar la clave del wifi. María se la ofreció, pero él dijo que tenía internet en su celular, contó la mujer.

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“Yo le dije que guardara mi número y que si llega a salir me deje la llave, pero nunca lo hizo, nunca volvió a salir del cuarto. Yo creo que él ya sabía lo que iba a hacer; yo lo vi pálido, raro”, refirió.

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Dos días después, la noche del martes, 12 de marzo, los vecinos de la ciudadela El Palmar, en el norte de Manta, se vieron alarmados por la presencia de patrullas en una de sus calles principales.

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Este sector está ubicado atrás de la terminal terrestre de Manta, pasando una vía principal de cuatro carriles. Eso le hace presumir a María que el doctor solo buscó un lugar cerca para llegar a morir.

La mañana de este miércoles en la habitación encontraron envolturas de un catéter y otros insumos médicos.

Ella relató que lo dejó instalado, pero al tercer día, el martes, al notar su ausencia, decidió tocar la puerta. Nadie le respondió. Entonces decidió llamar al cerrajero para abrirla, pero al observar por un pequeño orificio se dieron cuenta de que adentro había alguien. El cerrajero sacó su celular y tomó una fotografía y fue allí cuando vieron el cuerpo en la cama.

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La puerta quedó cerrada e inmediatamente llamaron a la Policía. Al llegar, un agente le dio una patada y la abrió.

Marcelo Alcívar estaba en la cama, muerto. Los agentes empezaron a levantar indicios, a realizar averiguaciones y encontraron un suero y un catéter al lado del cuerpo. “Fue un suicidio, fue lo primero que dijeron los policías”, comentó María.

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Los forenses ingresaron al lugar y retiraron el cuerpo envuelto en sábanas.

“Yo creo que él se mató el mismo día que llegó, porque nunca salió del cuarto”, mencionó la mujer la mañana de este miércoles, 13 de marzo, mientras limpiaba la habitación donde encontraron al médico.

En el lugar, en el cesto de basura del baño encontraron una botella con agua, la envoltura de un catéter y los restos de un tipo de gasa. Eso lo guardaron en una funda para entregarlo a la Policía.

A las 10:30 de este miércoles, María sacó el agua de la habitación con una escoba. La ayudó su hija. Se veía sofocada. El sol en Manta es fuerte, bordea los 31 grados.

Para llegar al cuarto donde falleció Marcelo Alcívar hay que subir unas escaleras largas y angostas. La habitación huele a desinfectante de lavanda.

El suelo estaba mojado, el colchón levantado, a los lados una silla y mesa; en una esquina había dos cajones vacíos, la televisión estaba desconectada, Marcelo nunca la encendió, al parecer; sin embargo, el acondicionador de aire seguía funcionado, con la temperatura en 16 grados, como hace tres días cuando entró el médico a la habitación, donde dicen que llegó a morir.

María contó que el aire se dañó, desde entonces no lo ha podido apagar. (I)