La figura de la asamblea constituyente ha estado muy apegada a la historia de Ecuador. Políticos y presidentes la han presentado como una solución maestra para todos los males que ha padecido y padece el país.

Actualmente, el expresidente Rafael Correa utiliza las redes sociales y entrevistas con medios internacionales para impulsar otro proceso constituyente que buscaría cambiar la constitución o reformarla. Lo peculiar es que el texto constitucional vigente fue redactado y aprobado durante el régimen del exmandatario. Según Correa, el objetivo es “tumbar” a la Corte Constitucional (CC) actual porque si su tendencia política vuelve al poder, la CC no les dejaría gobernar.

Rafael Correa impulsa una asamblea constituyente (otra vez). ¿La aplicación de esta figura ha beneficiado al Ecuador?

Durante el siglo XX al menos seis asambleas constituyentes se convocaron en el país. Todas se instalaron por crisis económicas y sociales, pero su objetivo principal fue destrabar problemas políticos del poder de turno, más que tratar de solucionar males que aquejaron a la población.

Publicidad

Entre diciembre de 1928 y enero de 1929, en Quito, se instaló una constituyente. Se nombró a Isidro Ayora como presidente. La carta magna que se elaboró incluyó la legislación que generó en la llamada revolución juliana, realizada en 1925 y que destituyó al mandatario Gonzalo Córdova.

La nueva constitución dio mayor poder a la Función Legislativa, especialmente en la instauración del juicio político en contra de las altas autoridades del Estado. En su articulado incorporó las senadurías funcionales, el voto de la mujer, el habeas corpus, representación de las minorías políticas, entre otros avances sociales.

Nueve años después, en 1938, también en la capital, se convocó a un proceso constituyente. El país salía de uno de los periodos políticos más inestables de su historia: desde 1931 a la caída del gobierno de Ayora, Ecuador había tenido 11 presidentes y encargados del poder.

Publicidad

La década estuvo acompañada de una crisis económica permanente debido a la caída de los precios del cacao y también influenciada por la debacle económica de los centros capitalistas como Estados Unidos. En lo político, el país presenció el crecimiento de la organización sindical y el crecimiento de los partidos de izquierda.

La constituyente de 1938 surgió por la debacle de la dictadura represiva de Federico Páez, que fue derrocado por un golpe militar liderado por el general Alberto Enríquez, quien de inmediato convocó a esta asamblea.

Publicidad

Lo singular de esta asamblea fue la elección en números iguales de los representantes de las fuerzas políticas más importantes del país, los conservadores, los liberales y los socialistas, pues de esta manera la asamblea tendría un cuerpo constituyente ideológicamente equilibrado. La constitución expedida por esta constituyente jamás entró en vigencia, pues el nuevo presidente, Aurelio Mosquera, decidió disolver la asamblea y gobernar con la constitución de 1906.

Solo pasaron seis años para que Ecuador exija la redacción de una nueva constitución. En 1944 se instaló una asamblea constituyente debido a las condiciones políticas y económicas que el país atravesó en aquellos años. En este periodo gobernó Carlos Arroyo del Río.

Rafael Correa proyecta instalar una asamblea constituyente para evitar los filtros de la Corte Constitucional si su movimiento político regresa al poder

El liberalismo gobernante fue acusado por el velasquismo y los sectores de izquierda de ser producto de un fraude electoral, lo que llevó al país a un continuo estado de crisis. Además, debido a una guerra con el Perú y la mala conducción de esta, Ecuador perdió miles de kilómetros de territorio en 1942 en el Protocolo de Río de Janeiro. La oposición se organizó y en mayo de 1944 estalló una insurrección popular en Guayaquil que termina derrocando al gobierno de Arroyo.

La constituyente posesiona como presidente a José María Velasco Ibarra. La asamblea tiene una fuerte representación de los partidos socialista y comunista, lo que le da un contenido de izquierda a la nueva constitución. Su contenido buscaba la justicia y propender a la solidaridad humana. Se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), se eliminaron las senadurías, dejando solo la cámara de diputados, se garantizó la autonomía universitaria.

Publicidad

Pero dos años después, en 1946, Velasco Ibarra ya no se sintió cómodo con esa constituyente y denunció un presunto golpe de Estado. Velasco Ibarra convocó a elecciones para una nueva asamblea constituyente, en las cuales solo participaron las fuerzas políticas de la derecha y el velasquismo, pues la izquierda decidió no intervenir por falta de garantías.

La nueva asamblea, dirigida por el conservador Mariano Suárez, nombró presidente constitucional a Velasco Ibarra. La nueva carta política fue expedida el 31 de diciembre de 1946. Esta nueva constitución creó el cargo de vicepresidente de la República, restituyó la cámara del Senado, ratificó el voto obligatorio y dio más autonomía al TSE.

Pasaron 20 años para que los políticos ecuatorianos decidieran cambiar de nuevo la constitución. En 1966 Ecuador venía de pasar una de las dictaduras militares más represivas de las últimas décadas (1963-1966), la que terminó en medio de violentas manifestaciones populares que pedían el retorno a la democracia.

En reemplazo del régimen militar estuvo Clemente Yerovi, quien restituyó las garantías civiles, liberó a los presos políticos y convocó a una nueva asamblea constituyente.

‘Guillermo Lasso debe romper ese cordón umbilical que tiene con el prófugo Rafael Correa, los correístas que están en su gobierno le ponen la zancadilla’

Esta nueva asamblea eligió como presidente a Otto Arosemena Gómez y el 25 de mayo de 1967 expidió otra constitución, la número 17, que constaba de 216 artículos y nueve disposiciones transitorias.

Esta carta política estableció la reelección presidencial y disminuyó los poderes de la Función Ejecutiva.

Después pasaron 31 años para otro proceso constituyente. En 1996, y luego de décadas de problemas sociales y económicos, la elección como presidente de Abdalá Bucaram precipitó una alta crisis. El gobierno de Bucaram desde sus inicios estuvo marcado por el escándalo, las protestas sociales y las denuncias de corrupción que vinculaban al entorno presidencial.

En febrero de 1997 el Congreso lo destituyó por incapacidad mental y nombró como presidente interino a Fabián Alarcón. El régimen de Alarcón, para legitimarse en el poder, convocó a una consulta popular y a elecciones para una asamblea constituyente.

Esta nueva asamblea sesionó en Ambato, Quito, Sangolquí y Riobamba entre 1997 y 1998 y nombró como su presidente a Osvaldo Hurtado. La nueva carta política añadió nuevos derechos a los pueblos indígenas, legalizó la Defensoría del Pueblo, incluyó temas como el medioambiente, el habeas data y el recurso de amparo, institucionalizó la comisión contra la corrupción y dio amplia autonomía al Banco Central del Ecuador.

Luego de diez años, ya en el siglo XXI, se convocó al último proceso constituyente que ha vivido el Ecuador. Rafael Correa llegó al poder por los años de desgobierno que azotaron al país desde la caída de Bucaram, Mahuad y Lucio Gutiérrez, del feriado y salvataje bancario, la migración masiva de ecuatorianos a Estados Unidos y a Europa, y sobre todo porque una clase política se negaba a gestar un cambio en las estructuras de poder.

Apoyado por una amplia mayoría de la ciudadanía y por la movilización social, Correa logró convocar a una asamblea constituyente en la que obtuvo amplia ventaja el partido de gobierno, Alianza PAIS. En ocho meses del 2008, en la ciudad de Montecristi, se elaboró la nueva carta política que luego sería aprobada en un referéndum el 28 de septiembre de 2008.

Considerada por el correísmo como una constitución garantista, consta de más de 400 artículos, en los que se establecen amplios derechos a los ciudadanos, a las minorías, a las distintas etnias y también a la naturaleza. Es la constitución que rige actualmente y es la que el propio Correa busca cambiar. (I)