Pamela Troya y Gabriela Correa escogieron el 5 de agosto de 2019 para contraer matrimonio. Fue una fecha simbólica ya que ese mismo día, pero seis años antes, fueron la primera pareja del mismo sexo que intentó casarse en la agencia del Registro Civil en San Blas, en Quito, sin poderlo conseguir ya que en ese entonces no estaba permitido el matrimonio igualitario en Ecuador.

Ambas sacaron el turno el mismo día que se anunció la apertura del servicio para las personas del mismo sexo. Pamela y Gabriela mantenían una relación de pareja desde febrero del 2009. Y convivían desde el 2011.

“Cuando nos casamos teníamos 8 años viviendo juntas y diez de relación, así que no fue algo improvisado”, afirma Pamela.

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La pareja era el rostro de la lucha para acceder al matrimonio igualitario en el país, por lo que la noticia de su separación causó controversia sobre todo entre los que rechazaron las sentencias de la Corte Constitucional del 12 de junio de 2019, que conllevó a la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo ante un juez.

El divorcio llegó, a través de una notaría, el 27 de septiembre de 2019, justo 53 días después de que finalmente se casaron.

Pamela cuenta que a la semana de haberse casado se enteró de un tema personal que involucraba a su pareja. “Esto provocó realmente que nos divorciáramos, pero no quería que nadie se entere. Lamentablemente confié en un amigo periodista de un medio digital a quien le dije off the record que me voy a divorciar. No lo entendió y lo publicó el 28 de septiembre de 2019”.

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Tras conocerse de la separación empezaron una serie de insultos por redes sociales. “Me dijeron aberración, enferma, que necesito que me violen para hacerme heterosexual, destructora de la civilización y de la familia, que me habían pagado para llevar la lucha”, dice Pamela.

Las reacciones mostraron los imaginarios negativos que todavía hay en la sociedad de las personas LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales), indica.

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“Me encantaría que me revisen las cuentas, mi vida financiera, porque gente de manera maliciosa ha tratado de deslegitimar mi persona y mi lucha diciendo que a mí me pagaron organizaciones internacionales y una vez que se logró, pues me dejaron de pagar y por eso me divorcié, totalmente falso”, afirma Pamela.

La noticia del divorcio trascendió incluso en el extranjero. “En Twitter me decían allí está, querían casarse para después divorciarse, pero es cierto, el divorcio es la otra cara del mismo derecho. Afortunadamente hubo gente como activistas de derechos humanos que también reaccionaron y decían en la misma red que cuál es el problema que Pamela se haya divorciado, si finalmente el derecho es el que prevalece más allá de su vida personal”, asegura Pamela.

Otra consecuencia fue el veto laboral del que dice fue objeto. “Recién la semana pasada estrené trabajo después de dos años de condiciones económicas deplorables”, indica.

El linchamiento en redes se detuvo cuando el interés general se concentró en el paro nacional de octubre del 2019. “Había memes en los que decían que los matrimonios fallan por las mujeres, burlándose de que éramos dos las que nos casamos y por eso falló el matrimonio. Lo que opacó la bola de nieve en torno a mi divorcio fue la paralización, un escándalo tapa otro y así sucesivamente”.

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Pamela sigue en la actualidad como activista de derechos humanos y expone en su cuenta de Twitter los pendientes para garantizar los derechos de las personas LGBTI. (I)

Pamela Troya (d) y Gabriela Correa, en el 2014, luego que intentaron casarse en el 2013.