Melissa no va siempre a restaurantes y en los que ha acudido en Guayaquil no le han cobrado en la factura el 10 % adicional al consumo por concepto de servicios que se recepta en esos establecimientos como también en hoteles y bares.

Se fija en las facturas y solo aparece el detalle del impuesto al valor agregado (IVA) y los platos escogidos. Pero, sí ha dado propina en ciertas situaciones. “Cuando me doy cuenta de que el chico o chica se esmera por la atención. Me pregunta ¿qué más deseo?, si la comida estuvo bien, entonces ahí le doy propina, por lo general de $ 1″, dice Melissa.

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En cambio, Katiuska fue a comer cangrejos el mes pasado y gastó $ 37,47. En la factura apareció un rubro por servicio de $ 3,07, que representa a la propina. Y cuando ocurre eso, ya no da propina al mesero.

En el país es obligatorio para los hoteles, bares y restaurantes de primera y segunda categoría cobrar el 10 % adicional al consumo, en concepto de propinas que va en beneficio de los trabajadores y eso lo establece el Acuerdo Ministerial 7 con fecha del 8 de marzo de 2007. Sin embargo, no todos lo hacen.

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Este normativo está vigente y explica que dicho valor debe ser dividido a los colaboradores y entregado cada mes en un documento muy distinto al sueldo.

Doménica labora en un restaurante que está dentro de un hotel en Guayaquil y sí recibe propina, pero directa de los clientes. En este caso, el empleador no lo cobra al consumidor. “Es algo voluntario por parte del cliente, por la buena atención, comida, porque le gustó el restaurante como tal”, cuenta Doménica, de 23 años.

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La joven señala que hay propinas de $ 1, $ 2 y a veces menos. Este valor lo recauda junto a los otros cuatro meseros y lo dividen al final del día: “Es poquito, por ejemplo a veces nos hacemos $ 3, $ 4, $ 5, a veces $ 1. Es una ayuda sobre todo para la movilización, y cabe recalcar que no es siempre, hay días y días”, relata Doménica.

La Superintendencia de Competencia Económica afirma que no ha registrado ninguna información o expediente relacionado con el cobro de propinas, ya sea por denuncia o de oficio. Asimismo, señala que no identifica regulación para la práctica en cuestión y que tampoco es su atribución de controlar “porque su perspectiva es más relacionada con la dimensión de la defensa del consumidor”.

El acuerdo ministerial especifica que el director Regional del Trabajo es el encargado del control y de la ejecución del documento, de diez artículos.

El analista económico Jorge Calderón menciona que dentro de este tema suelen existir prácticas irregulares como el doble cobro. “Te ponen el 10 % del servicio en restaurantes, pero aparte te ponen el tique de “pago propina”, entonces qué esta pasando con este valor que se da el 10 % (en la factura), significa que quizás no lo están repartiendo, pero no se hace las visitas puntuales”, expresa Calderón.

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Agrega, que igual este pago es voluntario, cuando no lo cobran en la factura, pero de ser el caso que esté en el documento y además sea recolectado por el trabajador, entonces no debe cancelarse. “No estamos obligados a pagar un valor adicional para ese fin”, apunta Calderón.

El 10 % de propina en Ecuador es similar al de otros países como Argentina, Paraguay, Perú y Uruguay. En México es el 15 % y en Estados Unidos son de aproximadamente el 20 % e incluso se cancela más.

Es cultural, menciona el economista Guillermo Granja, quien sostiene que lastimosamente al ecuatoriano no le agrada pagar en su país, pero sí en otro. “Nos vamos al extranjero y lo damos sin problema. A veces somos estrechos con los nuestros y muy abiertos con los de afuera”, indica.

“Es un tema de cultura que debería implementarse en el Ecuador en el sentido que siempre nos atienda de la mejor manera. Por ejemplo, cuando se va a un chifa y paga en efectivo, el vuelto se lo dan en monedas para que justamente uno de esas monedas la deje al mesero”, explica Granja, quien sostiene que la propina es una manera de recompensar al trabajador.

Calderón no está de acuerdo del todo porque considera que ya hay un sueldo de por medio. “Se supone que dentro del costo de un plato o servicio ya está (la propina) y el sueldo de esa persona, y por lo tanto ya estás reconociendo la remuneración en el costo que tiene el servicio que estás brindando. Es un tema de voluntad que se ha tornado obligado”, indica Calderón.

En cambio, el economista Héctor Delgado cree que es correcto el cobro de la propina, pero todo dependerá del servicio y pone como ejemplo a Estados Unidos: “Allá las personas ganan su sueldo, pero más ganan en propina y por eso es que se esmeran mucho en brindar un mejor servicio”.

Concuerda Granja, quien enfatiza que hay diferentes escenarios. “Cuando uno va a lavar el carro, deja un poco más del valor, en los parqueos... Esto incentiva a que las personas hagan mejor las cosas”, afirma Granja.

En tanto, ¿el cobro al cliente del 10 % adicional al consumo puede perjudicar a un negocio? De acuerdo con Calderón, quizás sí porque se agrega un costo. “El 10 % no es nada despreciable y eso ha llevado a que algunos negocios acuerden con sus empleados a no cobrar porque es preferible tener sostenibilidad del negocio. Esto se evidenció en la pandemia, que las empresas para reducir costos, no hicieron uso del 10 % de servicio para que de esta manera sea más atractivo el precio final”, explica el economista.

Otro punto de vista tiene Delgado, quien señala que no hay una afectación. “Porque la persona que reciba un buen servicio, en cierta forma, estaría de acuerdo en pagar esa propina. El problema es cuando el servicio no es muy bueno y las personas piensan dos veces en ir a ese restaurante”, asegura Delgado. (I)