La mayor referencia que tenemos sobre la música que surge de los ukeleles es el video de Lava, el cortometraje de Pixar. La melodía fue difundida a nivel mundial por el artista hawaiano Israel Kamakawiwo’ole o Israel IZ, como también es conocido, según lo que se sabe.

Este instrumento de cuatro cuerdas y de menor tamaño que una guitarra surge en Hawái y Tahití. Pero a más de 8.800 kilómetros de esas poblaciones, en Manta, también se escucha su música y se elaboran ukeleles.

Javier Zambrano, de 32 años, un lutier que lleva más de siete años elaborando este instrumento, asegura haber construido con sus manos más de mil.

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Comenzar no fue fácil, pues en los primeros trabajos tuvo que recibir el apoyo económico de su padre, quien le facilitó madera, hasta que se independizó financieramente con la venta de los ukeleles. “Tuve que ahorrar y así ya pude tener capital para continuar con todo el proceso”.

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Luego, con el apoyo de dos amigos, pudo incrementar el flujo de 5 o 6 instrumentos mensuales, hace siete años, a la entrega de cerca de 50 por mes en la actualidad.

Por sus venas corre el amor por el arte mostrado a través de cuerdas y una madera procesada que entona melodías que envuelven el alma, pues su padre elabora guitarras desde hace más de 40 años; y él decidió, a más de construirlas, diseñar un instrumento que de a poco cala en participaciones de artistas reconocidos, como la colombiana Julieta Venegas.

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Pese a que la pandemia del COVID-19 limitó muchas actividades, Zambrano o JZ, como lo conocen sus amigos, apostó por la virtualidad para que muchas personas, entre ellas niños, comiencen a aprender a tocar el ukelele.

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“Nuestra marca ve la necesidad de muchos clientes, pero no tienen la posibilidad de aprender o no tienen las herramientas. Entonces, yo también, gracias a mis estudios de universidad en pedagogía musical, decidí formar una escuela virtual que se inició en la pandemia del COVID-19, y ya llevamos dos años formando estudiantes que aprenden a entonar el ukelele en un tiempo increíble: en tan solo un mes, con ocho sesiones”, sostiene Zambrano.

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Para elaborar un ukelele, Zambrano se fija en la madera, diseños y pinturas por utilizar. De ahí que solo obtiene la materia prima de especies que se encuentran en suelo manabita, como cascol, cedro, laurel negro, teca y hasta mango, que asegura le ha dejado grandes réditos sonoros a sus instrumentos.

Javier Zambrano se fija en la madera, diseños y pinturas por utilizar. Foto: Neptalí Palma. Foto: Neptalí Palma

Dice que él podría industrializar el producto, pero resalta que lo artesanal no se cambia, por el sonido. “Es como la comida criolla: no se cambia, y tiene un sabor especial porque se la hace en leña. Así considera el hacer una por una las guitarras”.

Alega que la madera es como la piel, y la piel tiene que respirar. Considera que la madera tiene poros, así que la pintura que se coloca sobre esa madera no debe “tapar los poros” del ukelele, los que permiten contar con un excelente sonido.

El mayor mercado que ha adquirido la marca Ukeleles JZ está en la Sierra, en Quito, y ahora apunta a captar más clientes. Otra meta de Javier Zambrano es que algunos artistas ecuatorianos cuenten con este instrumento para entonar sus melodías.

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“Mirella Cesa me encantaría que tocara el ukelele (JZ), ya que ella toca el charango muy bien. Pamela Cortés, quizás un cover, un acústico con un ukelele. Y, por qué no, Juan Fernando Velasco tocando un pasillo con el ukelele, que es un instrumento muy versátil con el que se pueden tocar muchos géneros musicales”, destaca como aspiración Zambrano.

Las perspectivas que tiene este mantense con la elaboración de este instrumento no tienen límites. En su casa-taller, ubicada en la parroquia Eloy Alfaro, sur de Manta, va amasando madera, cuerdas e ingenio para atender una demanda de ukeleles, un utensilio musical hecho con pasión, “la sazón” para obtener sonidos encantadores.

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“Lo más difícil es, cuando uno está acostumbrado a hacer un instrumento grande, reducir todo eso en tamaño y utilizar técnicas de lutería profesional en guitarras clásicas. Eso fue lo más complejo, distribuir la construcción interna en un instrumento pequeño como el ukelele”, refiere Zambrano.

En el futuro este emprendedor manabita quiere ver su marca en manos de grandes artistas y en los mejores escenarios; y, por qué no, en el exterior, con un producto personalizado y artesanal. Es un instrumento que Zambrano considera que da alegría a quien lo toca y que es fácil de llevar a cualquier lado.

“Te va a dar muy buenos resultados entonándolo, pues este instrumento es conocido como el que te da felicidad”, insiste.

Y entonando la melodía que se escucha en el cortometraje Lava, Zambrano sigue moldeando maderas, dándoles vida y sonido a través de un instrumento que genera nostalgia, despierta pasiones y, sobre todo, relaja. Y pensar que todo empieza en una madera que, luego de ensamblarla a mano, entona sonidos que rezuman por la piel de los ukeleles del emprendedor manabita. (I)