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‘Me amenazaron con matarme y mis padres decían que ya estaba en el infierno’: las revelaciones de la comediante Bethania Velarde quien desde el escenario y las redes sociales habla de lesbianismo

Con comedia expone los estereotipos en un ‘show’ que presenta en varias ciudades del país asumiendo su orientación sexual.

Bethania Velarde, una comediante que hace stand up para lesbianas. Foto: CORTESÍA

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“Mi primera novia era una alemana de dos metros diez centímetros con la que sentía que la vida era un juego, no porque nos divertíamos mucho sino porque la man era altísima, besarla era como jugar al palo ensebado”, narra Bethania Velarde desde sus 150 centímetros de altura, en uno de los episodios del stand up comedy que realiza en distintas ciudades del Ecuador.

Ella presenta la obra en su redes sociales con el título ‘Una lesbiana en apuros, cómo ser lesbiana y no morir en el intento’. Es el primero de comedia lésbica del Ecuador, afirma en uno de sus post, hecho por una lesbiana para lesbianas. Aunque en el posdata de la publicación recalca la inclusión: “Heteres, bisexuales, pansexuales y lo que usted sea SON BIENVENIDES”.

La próxima presentación será el 20 de octubre en Casa Manuel, en Loja, pero ya ha estado en las tablas de Guayaquil y Quito.

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Bethania empezó con videos en los que cataba vinos. Su preparación universitaria -es tecnóloga en cine con mención en fotografía y sonido- salta a la vista. Menciona que fue fotógrafa, guionista y también reflexiona sobre por qué hay tan pocas lesbianas que se asumen públicamente como tal.

Al hacerlo ella palpó la lesbofobia y el desconocimiento: “He recibido comentarios como quién es el hombre de la relación o cómo lo hacen (en el plano sexual)”, afirma en entrevista con EL UNIVERSO.

En sus posts evidencia su espíritu de activista, que resurgió en su afán de buscar quién es, cuál es su propósito, un pensar en constante evolución.

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De ahí que no sorprenden las publicaciones en las que incluye historias LGBTI + (lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersexuales y el resto de la diversidad sexogenérica), como la de Odalys, una mujer trans que en su testimonio refleja el dolor que sintió cuando “salió del clóset” y recibió el rechazo de su familia.

En este video Odalys reflexiona sobre la amiga trans Karen (+) que se convirtió en su madre cuando abandonó su hogar: “Ya no soportaba que me vistan como hombre, decidí decírselo (a su familia) teniendo 11 años, pensando que me iban a querer, pero desde ahí me trataron como una adulta, me obligaban a trabajar, solo me insultaban, me humillaban y golpeaban, dejé de ser esa persona que ellos amaron”.

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“Salir del clóset” es un tema recurrente en los posts de Bethania. A sus 34 años reconoce que se conmueve cuando una familia lo asume de forma positiva.

Desde su perfil @bethanialadelvino busca también contar la historia de aquellos seres anónimos que forjaron los derechos LGBTI en Ecuador enfrentando consecuencias violentas en sus vidas, como Brigitte Sandoval, una trans que fue encarcelada y violada en la cárcel en Cuenca, luego que la policía irrumpió en Abanicos Bar, donde había sido electa la primera reina gay la noche del 14 de junio de 1997.

No conocemos nuestra propia historia”, dice Bethania en referencia a este hecho que fue la antesala de la despenalización de la homosexualidad en el país el 25 de noviembre de 1997 con una sentencia del entonces Tribunal Constitucional (hoy Corte Constitucional).

Bethania lo narra en un post con el sarcasmo que la caracteriza: “Pasé de ser delincuente a estar enferma”.

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Bethania Velarde una comediante que hace stand up para lesbianas. Foto: CORTESÍA

¿Cómo incorporaste la comedia a tu vida?

Creo que empezó cuando era muy pequeña como un método, no sé si para ignorar la realidad o mejorarla, pero no era obviamente consciente. Un poco como que las cosas andaban mal y yo sacaba un chiste, como la persona nerviosa que hace chistes en situaciones incómodas. Siempre he sido el payaso de la familia, del colegio, como alguien también que no tomaban muy en serio.

¿A qué edad tomaste conciencia de tu orientación sexual?

Tenía mis dudas desde primaria y secundaria. Hacía cosas en primaria para sorprender a otras mujeres, no era algo afectivo, pero en secundaria recién entendí la idea de pareja. Nunca fue una posibilidad ser lesbiana por el hecho de que no existía para mí ninguna. Lo que no se nombra no existe. Nunca en mi vida alguien me había hablado de lesbianas, me habían hablado de gais.

¿Cómo fue tu salida del clóset?

A mí me sacaron del clóset. Estaba en un rodaje, en una filmación en un lugar de la Sierra, ni siquiera me acuerdo en qué lugar exacto. Recibí una llamada por celular de mi mamá, quien me pregunta: ¿Eres lesbiana? Ya me había preguntado una vez antes, pero en otro tono, como en uno de una posibilidad lejana.

¿Por qué crees que te lo preguntó?

Porque alguien le había dicho, después me enteré de que varias personas le habían dicho. Tenía 21 años cuando me lo preguntó. Estudiaba Cine, Fotografía.

¿Habías pensado en decirle a tus padres?

Lo había pensado, pero es una cosa tan difícil porque sé cómo es mi madre especialmente y sé todo lo que eso significa para ella. Sé lo que significa, por ejemplo, el qué dirá la gente, sé lo que significa para Dios, según ella. Lo primero que me dijeron es que me iría al infierno, que ya estaba en el infierno. Crecí en un hogar católico.

¿Qué le respondiste a tu mamá cuando te lo preguntó por primera vez?

Esto me da mucha vergüenza a mí, pero le mentí, empecé a sudar y le dije: ‘Soy muy hetera, soy muy hetera’, no me fui fiel a mí misma. Pasaban los días y me comía la cabeza, me comía la cabeza.

¿Y cuando te lo preguntó por teléfono qué respondiste?

Ahí respiré y dije que ya era el momento. Aparte que la distancia me ayudó bastante. Saber que yo estaba en la Sierra y ella en la Costa, entonces dije que esto sí lo podemos hablar por teléfono. Le dije que sí, que sí lo era. Recuerdo que me dijo: ‘¿Por qué me haces esto?’, y me cerró el teléfono. Después de un minuto me llamó y me decía: ‘¿Por qué me haces esto?’. Lloraba y me volvió a cerrar el teléfono. Dos minutos después me volvió a llamar, entonces le dije que estaba grabando, que iba a coger un bus muy pronto -fue dos días después- y allí voy a tu casa y conversamos.

¿Ya eras independiente económicamente de tus padres cuando se lo dijiste?

Ya vivía aparte, pero no era tan independiente porque ellos me ayudaban a pagar el departamento. Todavía no tenía trabajo, entonces me tocó conseguir uno. Cuando ya se los confirmé por teléfono, me dijeron que deje todo y que regrese en ese momento, pero les dije que no. Entonces me dijeron que ya iba por mi cuenta, que se cierra el banco familiar. A mucha gente le pasa esto. Si alguien quiere salir del clóset y no es independiente y sabe cómo sus padres van a reaccionar, no hace nada de daño esperarse un momento.

En la cultura popular más se enfoca a los gais o a las personas trans. ¿Por qué crees que es más difícil contar y asumir el lesbianismo?

Creo que somos una sociedad supermachista y homofóbica. Creo que el discurso actual es respetamos y todo, pero no es verdad. Cuando tú sales del clóset, las miradas cambian, la de tus jefes o compañeros, generalmente de todas las personas, porque no creo que tenemos la educación para ser buenas personas en el sentido de entender que la otra persona es igual a mí.

¿Cuál fue la primera vez que sentiste un acto de lesbofobia?

Estudiaba en Quito en un instituto, allí tenía una novia. Se nos notaba, tú notas cuando alguien es pareja. Un compañero me amenazó con matarme seis veces, me amenazó con llenarme de puñetes y dejarme muerta en la calle. Me han sacado de discotecas, mis padres me dijeron que me estaba yendo al infierno. La última vez que quisimos hacer con mi actual novia una foto en un carrusel, en el malecón de Guayaquil, no nos dejaron. Me iban a dejar si es que era con un hombre. Pero en Quito sí me dejaron hacerlo diez veces.

¿Alguna vez pensaste en llevar una vida heterosexual?

Claro que sí, por supuesto, para complacer a mis papás. Después de mi primera novia dije: ‘Esto no es de Diosito, no es lo que quieren mis papás para mí, voy a intentar’. Tenía un novio, pero no lo aguantaba. Y yo sabía que no quería eso, sabía que lo estaba haciendo para tratar de complacer a alguien más, cosa que es muy fuerte y pasa mucho, esto de guardar las apariencias es terrible.

La palabra LGBTI abarca muchos grupos, que no siempre tienen una relación armónica. ¿Qué tanto afectan estas divisiones dentro de la misma comunidad?

Creo que las personas trans son las más discriminadas, no solo por la comunidad sino por toda la sociedad. En cada grupo hay alguien que la caga, es como normal. Amo a las lesbianas, gais, trans, me llevo muy bien con todos los grupos dentro de la diversidad.

De hecho, en un video que está en tus redes sociales cuentas la historia de Brigitte Sandoval, una trans precursora de la despenalización de la homosexualidad en Ecuador, en 1997.

Brigitte para mí es alguien muy especial y lo debería ser para toda la comunidad. Creo que así como te decía que no tenemos educación y cultura para tratar con otras personas, también nos falta educación dentro de la misma comunidad, saber reconocernos, reconocer por ejemplo a nuestras heroínas. No conocemos nuestra propia historia. Llegué a Brigitte el momento que ya salí del clóset. Me quedé un poco sin familia, tenía mis amigos pero muy pocos eran de la comunidad, la mayoría eran heteros. Llegó un punto en que me pregunté que todos mis planes LGBT eran ir a discotecas, entonces dije que más hay. Empecé a buscar en Internet y no había nada, solo había discotecas. Poco a poco encontré una historia de algo que había pasado en una discoteca en Cuenca y fue muy difícil porque ni siquiera salía el nombre de Brigitte, solo salía la historia del reinado en Abanicos Bar. Apenas vi ese artículo dije ‘aquí hay algo’. Encontré a alguien en una chupa que conocía a alguien en España que tenía el número de Brigitte, me fui a Cuenca y la contacté. Ella ya murió.

Hay personas LGBTI que reniegan de su orientación sexual. ¿Si volvieras a nacer serías exactamente igual?

Creo que es demasiado importante aceptarte porque solo te debes a ti, cachas. Naces solo, mueres solo y tienes que vivir tu vida, no la de tu mamá o la de tus vecinos. Tuve mi propio viaje para entender eso, porque antes no me aceptaba. En ese punto me puedo poner en los pies de esas personas y entender por qué no se aceptan, no depende de ellos. Si naces en una sociedad donde lo único que te dicen es que tienes que estar con un hombre, es lo que crees y está dentro de tu cabeza. Hasta cierto nivel no es tu culpa. Si realmente no tenemos empoderamiento, educación, no tenemos una sociedad empática, todo eso hace difícil aceptarlo. Pero es sumamente importante aceptarse, creo que me acepté muy vieja y no soy vieja. He entrevistado a mujeres que salen del clóset a los 50 años y claro, se sienten muy libres, pero al mismo tiempo dicen chuta, viví engañándome a mí misma toda mi vida, tratando de hacer feliz a quién, entonces es superfuerte.

¿Por qué crees que se ha visibilizado más a los gais y a las personas trans?

Es algo que yo todavía no logro entender del todo. Mi hipótesis es que tanto las personas trans como los gais, como las feministas, fueron las que pelearon pero a rajatabla por nuestros derechos. Creo que las lesbianas, como no somos tan visibles en el sentido de estereotipar, no somos estereotipadamente visibles, creo que es un poco cómoda la posición en la que estamos. A mí me ha pasado, también tengo un documental con Odalys, una mujer trans, la gente a ella la ve muy mal, pero a mí no me ven muy mal si estoy sola. Abro mucho el espacio a equivocarme porque todavía estoy cuestionándome muchas de estas cosas, pero he percibido la comodidad de no ser tan visible. (I)

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