Pinocho, el oso andino, fue rescatado en 2013 en La Maná, Cotopaxi, con apenas dos meses de edad. Una familia lo había estado criando como mascota luego de encontrarlos, a él y a su hermana, solos. Pensaron que la madre los había abandonado y los llevaron a su hogar. Pero la hembra murió.

Vivió unos años en distintos centros de cautiverio de vida silvestre, pero en 2017 fue enviado al zoológico de Salisbury, en Estados Unidos, de forma definitiva. El Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica determinó que el oso no podría regresar a su hábitat por el apego que había desarrollado con los humanos.

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“Hasta se deja acariciar”, dijo el en ese entonces ministro de Ambiente Tarcisio Granizo. “Por eso se recomienda mantenerlo en cautiverio definitivo en un zoológico”.

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Ahora Pinocho vive en el zoológico de Nashville, otra ciudad estadounidense. Vivió en Salisbury desde finales de 2017 hasta julio de 2023, cuando fue enviado a Nashville con el propósito de reproducirse con Luka, la osa andina residente del zoológico.

Pinocho ya había sido padre de tres crías en Salisbury: Inti, Raymi y Sinchi. Ahora pasa sus días en Nashville comiendo, entrenando a cambio de snacks o agua con miel, trepando el árbol o las rocas de su cerramiento y mostrándose a los visitantes del zoológico.

“Es una estrella. Le encanta estar alrededor de la gente”, dice Meredith Daniel, una de las dos cuidadoras de Pinocho en Nashville, que trata con él casi todos los días.

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‘Pinocho’ (cría de oso andino) cuando era rescatado de una familia que lo tenía como mascota.

Pinocho y Luka ya han intentado reproducirse, y ahora el personal de zoológico está monitoreando a la hembra para ver señales de embarazo. Los osos de anteojos usualmente tienen entre dos o cuatro crías, pero rara vez son más de dos.

Pinocho es parte del plan de supervivencia de los osos andinos, una iniciativa de la Asociación de Zoológicos y Acuarios de Estados Unidos para preservar la diversidad genética de los osos andinos en cautiverio en los zoológicos de la asociación, que ya son 33.

El espacio de Pinocho en Nashville es de casi una hectárea con césped y múltiples cascadas, además del árbol y las rocas ya mencionadas. De noche, explica Daniel, tiene distintas guaridas donde descansa, además de un espacio exterior invisible, en el que los visitantes no pueden verlo.

Pinocho, el oso de anteojos, tiene 11 años. Su especie tiene una esperanza de vida de 35 años. Foto: Cortesía: Dawn Nieman/Zoológico de Nashville

“Pinocho es muy inteligente, estamos practicando cosas muy avanzadas con él. Voluntariamente pone su pata en una manga que usamos para sacarle sangre y monitorear su salud”, explica la cuidadora. “Hará lo que sea con tal de que le pagues con comida, particularmente agua con miel”.

Según personal del zoológico de Nashville, Pinocho come hasta 5,6 kilogramos de comida diaria. Su dieta consiste en granos, frutas, vegetales y, ocasionalmente, proteína animal, como codornices, huevos y pescado. En ocasiones le esconden la comida en su cerramiento con el objetivo de que se entretenga buscándola.

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Daniel, además, señala que el oso “ama las comidas azucaradas (...), como malvaviscos y cereal. Nos gusta darle algo nuevo que pueda comer o con lo que pueda jugar todos los días”.

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Sebastián Kohn, fundador de la Fundación Cóndor Andino, cuyo centro de rescate en Cotopaxi recibió a Pinocho por unos meses cuando ya era adulto, aunque expone que “no le parecería para nada apropiado” darle comida procesada, como malvaviscos, apunta que tal vez le dan de comer ese tipo de productos como enriquecimiento.

No obstante, sí coincide con Daniel en que la liberación de Pinocho “era imposible”.

“Era manso, completamente acostumbrado al ser humano”, expone.

Pinocho, de la especie 'Tremarctos ornatus' Foto: Cortesía: Dawn Nieman/Zoológico de Nashville

Kohn agrega que ya no reciben osos nuevos para rehabilitación. Antes, dice, llegaba “un oso cada cinco años”. Cada uno representaba un proceso “taxante, complejo y caro”. Ahora enfocan sus recursos en entender y conservar a la población de osos silvestres.

Aun así, hubo ecologistas que no estuvieron de acuerdo con que Pinocho fuera enviado a Estados Unidos. Una petición online, por ejemplo, recogió firmas de apoyo de más de 15.000 personas para solicitar a la autoridad ambiental que no se enviara al oso al extranjero, aduciendo que todavía se lo podía rehabilitar con éxito.

El biólogo Armando Castellanos, de la Fundación Oso Andino, fue una de las mayores voces de oposición a que Pinocho viviera en un zoológico.

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Afirmó que le solicitó al Ministerio del Ambiente que lo dejaran rehabilitar al oso para su liberación, pero no recibió el permiso necesario. Su fundación liberó a más de 20 osos hasta 2015, cuando, según contó Castellanos al medio Mongabay Latinoamérica, “liberó a su último oso”, pues la frecuencia de oseznos en situaciones de mascotismo disminuyó.

Las autoridades de Nashville todavía no saben cuándo Pinocho se irá del zoológico. (I)