Desde el inicio de la pandemia, América Latina ha buscado no quedarse atrás de la carrera por vacunas a través de negociaciones con los laboratorios y farmacéuticas que se encontraban en elaboración alrededor del mundo.

A través de acuerdos hubo países latinoamericanos que se alinearon para la producción de la vacuna, por ejemplo, México y Argentina elaboran la de la farmacéutica AstraZeneca y la Universidad de Oxford.

El “principio activo” del medicamento es producido en Argentina por el hub biotecnológico mAbxience y es estabilizado, fabricado y envasado en México por el laboratorio Liomont. Sin embargo, debido a su escasez de insumos como filtros, bolsas estériles, entre otros, no ha podido distribuirse.

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Por su parte, Brasil también dio inicio a la producción de la vacuna Coronavac del laboratorio chino Sinovac, que se ha utilizado en el 90% de las inmunizaciones. Sin embargo, el Instituto Butantán anunció la fabricación nacional de su primera vacuna y esperaba que esta sea aprobada para ser probada por humanos.

En el caso de Ecuador, la Escuela Superior Politécnica Nacional (Espol) anunció a inicios de marzo que ya se contaba con un prototipo de vacuna contra el COVID-19, la cual se esperaba que en los próximos meses arranque su fase de pruebas preclínicas en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi) y la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE).

El país hasta el momento ha recibido dosis de la vacuna de Pfizer y de AstraZeneca (a través de la iniciativa Covax Facility).

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La alcaldesa de Bogotá (Colombia), Claudia López, mencionó que para aumentar la capacidad de producción de vacunas se debían incorporar a las ciudades capitales que tengan las condiciones para envasar y distribuir vacunas, además de que las farmacéuticas transfieran tecnología a mediano plazo para que estas puedan contribuir a la producción.

Bogotá ha propuesto a cuatro farmacéuticas un acuerdo como el que planteó y estas son: Sputnik, un portafolio de varias vacunas chinas, AstraZeneca y Johnson & Johnson.

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En el caso de Cuba, ya se administra en personal médico la vacuna Soberana 02 pese a que aún no ha sido totalmente certificada. También se desarrolla la vacuna Abdala, que también ya comenzó la última fase de ensayo y esperan convertirse en las primeras vacunas desarrolladas en América Latina en aplicarse a la población general. Para fines de mayo se prevé poder administrar a los habitantes de La Habana.

Países que participan en ensayos clínicos

A nivel de ensayos clínicos son más los países que han sido escogidos para la prueba de distintas vacunas. En el caso de Ecuador se desarrolla uno liderado por la empresa de productos biológicos Anhui Zhifei Logcom, cuya vacuna contra el COVID-19 llamada ZF2001 utiliza tecnología de proteína recombinante expresada en células CHO y adyuvante de hidróxido de aluminio.

En el caso de Perú, la población ha sido seleccionada para participar de ensayos clínicos de las vacunas de las farmacéuticas Sinopharm Janssen, AstraZeneca/Oxford y CureVac.

Argentina ha aprobado ensayos de las vacunas de Pfizer, Sinopharm, Janssen, Curevac, Merck y CanSino. Mientras que Brasil desarrolla ensayos de las vacunas Sinovac, AstraZeneca, Janssen, entre otras.

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En el caso de Colombia también se aprobó un ensayo clínico con la vacuna de Janssen, al igual que Chile, que además permitió pruebas con las dosis de Sinovac, AstraZeneca y CanSino.

México tiene aprobados cinco ensayos clínicos con dosis de Janssen, CanSino, Sputnik, CureVac y Novavax. (I)