Eduardo Maruri, economista y empresario publicista de 57 años, se sumó a la lista de precandidatos que aspiran llegar a la Presidencia de la República. No es su primera vez en la política, fue asambleísta constituyente entre el 2007 y el 2008, pero lleva varios años lejos de esta, por lo que asegura que en esta elección -a la que regresa con su mismo partido, Centro Democrático, lista 1, antes UNO- debe ser considerado el candidato outsider. Su principal objetivo dice que será regresarle al Ecuador la tranquilidad que algún día se tuvo combatiendo la delincuencia y el narcotráfico con una visión diferente.

¿Qué lo motivó a volver a la política?

Yo creo que es el sentido del deber. Uno tiene dos opciones: involucrarse o quedarse indiferente. Y la verdad es que he venido observando ya hace algunos meses, quizás años, cómo el país no salía de las crisis políticas, sociales y económicas. Y me siento afortunado de haber estado afuera, de haber podido aprender y experimentar cosas nuevas y ver cómo otros países sí se desarrollan. Y dije creo que tengo algo que aportar, creo que puedo aportar, y salió mi sentido del deber. Es decir, poner a consideración mi experiencia a la ciudadanía, porque creo que estoy en un momento de mi vida que puedo hacerlo y tengo la experiencia para hacerlo. Entonces es simplemente dejar de ser indiferente.

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Su candidatura la respalda Centro Democrático, partido que se originó de lo que fue UNO, del que usted fue vicepresidente, ¿se puede decir que usted no ha cambiado de partido?

Fue un partido que yo fundé para correr para asambleísta por el Guayas y ese partido luego yo lo dejé. Otro equipo lo cogió a cargo y es como regresar a mis orígenes. Yo no soy responsable de las acciones del partido de los últimos diez años, pero tengo un vínculo emocional con esa lista y por eso es que esa lista también pensó en mí para ofrecerme esta candidatura y por eso la acepté.

Entonces, ¿el pedido fue desde el partido?

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Sí, me pidieron y obviamente yo lo consideré porque estaba justo en un momento en el que pensaba ‘creo que debo de contribuir’, ‘debo de regresar’ y el partido me abrió las puertas.

Pasando a su plan de trabajo, será un periodo tan corto al cual no se puede llegar con propuestas irreales ni con demagogia, ¿qué propone usted?

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Lo más importante es regresar a que el ciudadano pueda caminar por la calle con toda tranquilidad y que los ecuatorianos podamos trabajar. Yo me acuerdo que cuando estaba en la Cámara de Comercio había todos estos problemas políticos y yo le decía al Gobierno solo queremos que nos dejen trabajar y los ecuatorianos somos trabajadores, tenemos creatividad, tenemos mentalidad empresarial y somos comerciantes, lo que queremos es que nos dejen trabajar. Yo creo que puedo regresar al Ecuador esa tranquilidad, esa paz para caminar por la calle sin miedo a que te vayan a pegar un tiro o a robar, y sentar las bases de un modelo de gobierno un poco más moderno, progresista y actualizado. Que el gobierno que venga después, ahí sí en cuatro, cinco o en diez años, lo que se quede, haga cambios profundos.

¿Entonces qué cambios podría hacer usted en este tiempo?

Hay que entender que esta elección no es una elección normal, es una lección de transición. Y por eso una propuesta como la nuestra no es populista ni ofrece cambios ideológicos, simplemente una propuesta de eficiencia. De plantear qué tenemos que hacer y quién es la persona más adecuada. Entonces, eso en términos generales es lo que yo me comprometo a traer al Ecuador. Que cuando yo me vaya de la Presidencia, dejar el país así, en calma, trabajando en marcha, sin crisis política y con la delincuencia y el narcotráfico bajo control. Ahí tengo bastantes cosas que se pueden hacer más específicamente en esa área.

¿Cómo plantea dejar la delincuencia y el narcotráfico bajo control?

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Es el área más prioritaria, es un tema imperativo. Yo he escuchado dos diferentes teorías, todas válidas, una es que hay que ir con la fuerza, aplicar la fuerza, y la otra que hay que ir a la parte social, a la educación, a la pobreza. La mía puede ser que tenga un poquito de ambas, pero tiene una gran diferencia. Mi propuesta con respecto a otras es entender la naturaleza del problema. El narcotráfico es un problema transnacional, no es un problema del Ecuador, donde lamentablemente los carteles de Colombia y de México se han instalado fuertemente y esos carteles no operan solamente aquí... no se puede pensar que solo desde Ecuador se puede acabar con todo un cartel. La única solución que yo he planteado, y la correcta, no es solo centrarse en Ecuador sino es una combinación y lo más importante es la cooperación internacional. Por eso, ya he hecho contactos. Yo he vivido en Estados Unidos y he hecho contacto con la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos y Cumplimiento de la Ley (INL), que se encarga de atacar a todos estos carteles, y por ejemplo, ese ente le da a Colombia alrededor de $ 1.500′000.000 de ayuda... no se puede solamente aplicar la fuerza, tienes que ir a todo el problema.

¿Y para combatir la delincuencia común?

Los delincuentes normales también existen, es una problemática diferente que a veces está relacionada, pero tiene otra causa, otros problemas. Una cosa que no podemos tener es mezclados en una cárcel a quien robó una gallina y a un narcotraficante. Tenemos que separar a los presos, tenemos que crear una cárcel donde estén los delincuentes menores, separados totalmente de los otros, no pueden estar en el mismo lugar. También la tecnología que se puede poner para resolver esos temas. Hay muchas resoluciones, por ejemplo, yo pienso que la Policía debe ser local, yo fui un gran defensor de las autonomías cuando estaba activo y una de las cosas que yo siempre he pensado es que si se acercan los problemas a las soluciones reales, pues se va a resolver mejor. Entonces yo siempre pensé que es mejor tener policías provinciales, que puedan estar abajo del gobernador... no puede estar la Policía Nacional persiguiendo al que roba una gallina. Hay que separar la política local para los delitos comunes y la Policía Nacional para las grandes bandas delictivas, más o menos como lo tiene el FBI de Estados Unidos.

Usted dice que quiere dejar un país en orden y luego que otro gobierno realice cambios profundos, ¿no buscaría ser candidato de nuevo en el 2025 o es muy pronto para saberlo?

Se dirá en el camino. Hoy mi enfoque está en el plan de gobierno para este año cuatro meses en cómo dejar el país listo, cómo recuperar la paz, eliminar los conflictos políticos y luego se verá. Ya la democracia es democracia y los ecuatorianos elegirán quién se queda. No estoy pensando para nada en eso, ahora lo que estoy pensando es en cómo articular realmente esta solución al tema del narcotráfico, que es muy grave, y que si nosotros dejamos que el narcotráfico siga entrando al Ecuador podemos perder el país.

Pasando un poco a lo político, se habla mucho de los candidatos outsiders y muchas veces son los que ganan, ¿usted se considera uno?

Yo pienso que soy el más outsider de todos, de hecho he estado out del país, o sea, hasta físicamente he sido outsider. Sí, yo creo que cuando me ve la gente dice “tú estabas acá hace años”, pero no tengo ninguna contaminación. Es un outsider alguien que no ha estado en la política y eso tiene cosas buenas y cosas malas. Bueno, no he estado tan involucrado en los problemas políticos, pero también eso me da la tranquilidad y la objetividad para poder ver las cosas con más calma y menos viralidad, menos pasión, con más tranquilidad, que creo que es lo que hace falta al país.

Usted es un publicista reconocido, y si el principal problema del país es la seguridad, ¿por qué piensa que su perfil es el que se necesitaría?

Muy buena pregunta. Yo pienso que el presidente no tiene que ser un experto en todo. Es decir, la economía también es importante, la salud es importante, pero no tiene que ser un médico el presidente... el presidente tiene que tener la capacidad para atraer a la mejor gente, sin importar de donde venga, tener expertos en cada área. Es como si analizamos un equipo de fútbol, el técnico tiene que atraer el mejor equipo, darle herramientas y poner una visión. Por ejemplo, yo he sido un ambientalista en los últimos años, pero igual necesito un ministro del Ambiente que sea mejor, que sepa más que yo. También yo soy un especialista en comunicación, que fue uno de los problemas y errores de este Gobierno, pero igual tengo que poner un secretario de Comunicación que lo haga bien.

Esta elección será bastante atípica, pero aun así se prevé que haya dispersión, rostros que cambiarán de partido, ¿considera prudente tener tantos candidatos en estos momentos?

Entiendo cuando las personas cuestionan que hay otro candidato, pero realmente también nos quejamos a veces cuando no hay gente nueva y que son los mismos de siempre. Entonces, creo que es bueno que haya gente dispuesta a participar. Yo podría estar muy cómodo sin meterme en todas las aguas turbulentas de la política en mi casa y simplemente tranquilo, pero decidí hacerlo. Estoy abierto, no estoy cerrado a nada, no estoy obsesionado, yo traigo una propuesta, pero si viene otro grupo y presenta otra que tiene sentido, pues vamos a hablarlo. No creo que sea un problema grave que haya muchos candidatos, creo que es un problema grave buscar la Presidencia como obsesión y no como contribución.

Usted fue asambleísta constituyente y elaboró la Constitución en la que se fijo la polémica muerte cruzada, ¿recuerda cuándo esta se trató y cree que finalmente sí es una salida democrática?

No me acuerdo exactamente del debate ya que fue hace más de quince años, pero sí tengo una opinión y creo que el presidente Guillermo Lasso hizo lo que tenía que hacer, hizo lo correcto. Esa decisión le dio paz al país, nadie salió a las calles a reclamar porque se fueron los asambleístas a su casa. Nadie estaba triste, nadie estaba triste tampoco con la idea de que tal vez el presidente se iba a su casa. Es una buena herramienta que enseña a los asambleístas y al presidente que tenemos que trabajar en conjunto... ojalá que no se repita ni haya la necesidad de hacerla otras veces, pero me parece que funcionó.

Producto de esta muerte cruzada, vamos a tener una elección que le dará a quien resulte electo legitimidad, algo que no tenían presidentes que asumían por orden de sucesión años atrás, ¿cree que esto es bueno?

Totalmente. Una cosa es un presidente electo y otra cosa es un presidente puesto por el poder de la Asamblea y que la gente no lo decida. Definitivamente entrar con el voto popular le da mucha más legitimidad y mucha más representatividad y puedes gobernar con más fuerza. Tienes a la gente que votó por ti, entonces yo creo que en ese sentido es positivo y le da gobernabilidad.

Pero la legitimidad no garantiza gobernabilidad, ya lo vimos ahora con un Gobierno sin mayorías en la Asamblea, ¿cómo manejaría esto?

Es verdad, pero hay una diferencia. Los asambleístas que estarán ahora solo tienen un año para trabajar. Y si vuelven a generar ese caos y no se ponen de acuerdo, el país no avanza y la ciudadanía puede ser tajante en el futuro con todos. La ciudadanía no volvería a pensar en ninguno de los que están ahí para ninguna posición, el pueblo los castigará. Esperemos que esta vez haya consenso, haya diálogos y que por el poco tiempo que será todas las funciones del Estado nos enfoquemos en arreglar las cosas importantes. (I)