Aunque actualmente el complejo carcelario de Guayaquil estaría bajo control y no se han reportado enfrentamientos en los últimos meses, los militares siguen en busca de celulares, chips, armas y demás objetos prohibidos que podrían seguir encaletados, aunque en menor medida.

De hecho, desde que las Fuerzas Armadas tomaron el control en las prisiones, el 8 de enero, solo en las cinco cárceles que hay en Guayaquil se han hallado 4.000 celulares, miles de armas y millones de municiones.

“Son bastantes (teléfonos celulares), pero no son todos porque existen alrededor de 12.500 presos y es posible que al menos la mitad de ellos tenían su teléfono, por eso seguimos buscando”, dice el comandante a cargo de las Fuerzas Armadas, quien pide no ser identificado por su seguridad.

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En la Penitenciaría del Litoral hay cientos de orificios en paredes y pisos. Foto: El Universo

El uniformado explica que una de las primeras medidas para evitar la comunicación de los reclusos con el exterior fue dejar las celdas sin electricidad, lo que habría impedido el uso de equipos de comunicación que requieren ser cargados.

Sin embargo, menciona que hace pocas semanas los militares en medio de un operativo hallaron un cargador solar portátil en uno de los nueve pabellones de la Penitenciaría, donde actualmente hay casi 7.000 reos.

“Es algo que ni nosotros tenemos, no es de venta al público o muy pocos lo usan”, expresa el uniformado y añade que el equipo estaba conectado a un teléfono.

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Aunque el comandante está casi seguro de que no están entrando nuevos objetos, admite que aún habría caletas donde se esconden todo tipo de equipos porque las prisiones son estructuras gigantes.

“Hay caletas en el piso, en paredes, bajo los baños, en los techos, en las tuberías. Se las ingenian para esconder de la mejor manera y al mismo tiempo para tener a la mano todo”, refiere el militar que tiene décadas de experiencia.

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Él recuerda que en los primeros meses de intervención sacaron arsenales completos. En una de las caletas se obtuvo tras una pared falsa, en un baño, un total de seis fusiles y 38.000 municiones que se almacenaban en baldes.

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“Los militares no solo usan equipos que escanean paredes y suelos, sino que se guían con la información que obtienen de quienes hicieron las caletas. Así van directamente a los puntos y no están haciendo huecos que solo podrían debilitar la estructura”, dice el jefe, que asegura que los derechos humanos de los privados de libertad sí se están respetando.

Sostiene que los reos comen sin necesidad de pagar a extorsionadores y que ahora todos son tratados por igual.

En ese sentido, asegura que la disputa que antes había en las cárceles se ha trasladado a las calles y que como ahora no pueden emitirse órdenes desde las prisiones, entre los miembros de la misma banda se están matando para convertirse en los cabecillas.

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Por eso dice que ahora el plan Fénix se enfoca más en conseguir información y convertirla en inteligencia para desarticular organizaciones e ir tras los jefes y altos mandos.

El comandante sostiene que entre la Penitenciaría, la Regional, la cárcel de Mujeres, La Roca y el Centro de Detención Provisional hay actualmente 12.500 personas privadas de libertad. Indica que regularmente los visitan y la mayoría de ellos les agradecen porque supuestamente están más tranquilos.

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Esos reos, hombres y mujeres, estarían haciendo ejercicios y se encargan de la limpieza de sus espacios que regularmente son requisados. Incluso los presos han sido cambiados de pabellones en varias ocasiones para que no accedan a los objetos que se presume siguen escondidos tras las paredes. (I)