La mafia albanesa opera desde hace varios años en países de la región. En naciones andinas como Ecuador y Perú se ha identificado a ciudadanos albaneses ligados al tráfico de droga.

A ellos regularmente se los ha relacionado con el tema financiero y logístico para generar operaciones de tráfico ilícito de drogas en estos países.

La mafia albanesa ha sido mencionada esta semana tras la divulgación de un informe del medio digital La Posta.

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Basado en informes policiales, ese medio estableció nexos de Rubén Cherres, cercano a Danilo Carrera Drouet, cuñado del presidente Guillermo Lasso, con asuntos de narcotráfico y la mafia albanesa. A Cherres también se lo señala por influir, aparentemente, en la designación de cargos en el Gobierno.

La Fiscalía y un juez de Manta, sin embargo, archivaron una investigación que se realizaba a varias personas con supuesto nexo con la mafia albanesa. El expediente consta de 1.000 hojas y será enviado a Quito.

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Tras ese informe, el portal Plan V divulgó además los aparentes vínculos del albanés Dritan Gjika con Cherres. El albanés es uno de los principales socios de Cherres. Gjika tiene una exportadora que se relaciona con una importadora albanesa acusada de narcotráfico.

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Aunque no es numerosa, la presencia de hombres originarios de Albania en países donde operan carteles de producción y tráfico de drogas en América Latina no es nueva.

Desde la década de 2000, miembros de clanes familiares de la llamada “mafia albanesa” han viajado a la región latinoamericana para extender sus negocios en Europa, según un reporte del año pasado de la BBC.

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“Los clanes criminales albaneses están en América Latina por una razón: para comprar cocaína a bajo precio”, dijo a la BBC Alessandro Ford, un investigador de InsightCrime.

Los albaneses han establecido contactos con carteles y grupos del narcotráfico en países como Colombia, Ecuador, México y Perú al menos desde hace dos décadas.

Sin la necesidad de contar con un comando de muchos hombres y armas de alto calibre, como los carteles latinoamericanos, han hecho jugosos negocios con los carteles de estos países.

“Su función es ser conectores del negocio, cerrar tratos, cuestiones logísticas. Pero nunca se verá [en América Latina] un convoy armado de la mafia albanesa, salvo guardias que ofrezcan protección”, explicó a BBC Víctor Sánchez, un investigador mexicano que estudia el crimen organizado.

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Su poder radica en el control compartido con otras mafias, como la italiana, de puertos en Europa por los que ingresan drogas y productos ilegales.

Durante los últimos años en Ecuador se han detectado casos en los que han estado involucrados albaneses. De hecho, algunos han pernoctado en Ecuador para seguir a Perú.

El año pasado, por ejemplo, en una captura de droga en Perú estaban involucrados dos ciudadanos albaneses: Malo Franc, alias Pelao, y Meta Gentjan, Barbas.

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Ambos ingresaron a Perú legalmente, como turistas, a través de la frontera con Ecuador, pero las autoridades de ese país los estuvo vigilando durante su permanencia en su territorio.

Uno de los casos más conocidos es el de Dritan Rexhepi, un narcotraficante que emigró a Ecuador a inicios de la década pasada y estableció un esquema de envío de drogas para Komania Bello.

Llegó a ser llamado el “rey de la cocaína”. Escapó de Europa, donde era buscado por la justicia de Italia y Albania, y adoptó varias identidades, como Edmir Kraja y Mutaraj Lulezim, entre otras.

En 2014 fue detenido y luego sentenciado a trece años de prisión. Europol lo identificaba como “cabecilla de la organización”, que ha continuado con el liderazgo del narcotráfico hacia Europa incluso estando en prisión.

En estos días, otro Dritan, pero Gjika, está en la mira por su relación con Rubén Cherres. Plan V indica que Cherres y Gjika fundaron trece empresas, en su mayoría constructoras e inmobiliarias. Ocho de estas fueron creadas en un solo día.

Estas firmas han sido observadas por la Superintendencia de Compañías por no cumplir con las normas de antilavado de activos. Ninguna ha pagado impuestos, según ese portal.

La Policía de la región ha estudiado diversas formas que usa la mafia albanesa para trasladar los alcaloides.

Una de ellas es la creación de empresas fachada. La segunda es la apertura de contenedores con exportaciones legítimas y el uso de sellos clonados de la Aduana para que pasen desapercibidos.

Otro de los mecanismos es ocultar en cavidades de buques portacontenedores o interceptar alguna carga en el mar, y, por último, amarrar droga a los cascos de barcos atracados en puertos. (I)