Ambato

Entre los conductores de transportes de carga pesada y de pasajeros hay temor de hablar acerca de los atentados que sufren en las carreteras por la delincuencia. Pocos son los que se atreven a contar sus experiencias.

Luis R. prefiere el anonimato al contar que desde hace dos décadas es transportista de un camión de carga pesada, tiempo en el que ha recorrido todo el país, hasta las fronteras con Colombia y Perú. Actualmente, dijo, los viajes los hace con temor.

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El hombre mencionó que hay bastante delincuencia y que los antisociales ya no respetan ni siquiera que se circule en convoy, pues atraviesan carros o algún obstáculo y se llevan todo.

“Me han intentado asaltar en tres ocasiones, dando gracias a Dios me he avanzado a escapar, pero no estamos libres de ser víctimas de los delincuentes”, aseveró.

Y narró que en una ocasión le cerraron el paso con un camión y una camioneta en Chone, provincia de Manabí.

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“La otra (ocasión) lo hicieron en Portoviejo, asimismo con un vehículo me volvieron a cerrar el paso, incluso me dispararon, y en la tercera vez me siguieron con motos en el paso lateral de Latacunga, también quisieron cerrarme el paso, pero como venía vacío corrí bastante, así pude escapar”, recordó el hombre.

Y añadió que aquella vez iba acompañado por los dueños de la carga.

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“Lo que hice es no parar, seguí el camino tratando incluso de chocarles, así evité ser víctima de los delincuentes. Entonces viendo que no tuve la intención de pararme, se retiraron. Afortunadamente cuando me dispararon no me llegó, porque les tiré el carro sobre la camioneta y al que llevaba el arma parece que le tembló la mano”, relató el transportista ambateño de 40 años.

En ninguno de los casos, agregó, se animó a poner denuncia de lo sucedido.

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Pidieron viaje para robarle el camión

“A mí me robaron el camión cuando me hicieron un pedido para ir supuestamente a dejar bloques en Bahía de Caráquez, pero los que presuntamente compraron el material en Latacunga habían sido delincuentes”, contó Jorge S.

Luego de cerca de dos horas lo llamaron para pedirle recompensa de $ 5.000 para recuperar el vehículo. Pasaron tres días y no tenía ninguna señal del rastreo, la Policía tampoco daba con el paradero del vehículo, contó.

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“Por esa razón terminamos pagando lo que nos pidieron los delincuentes, porque el carro es una herramienta de trabajo. Eso me pasó hace cerca de cuatro meses”, aseguró Jorge S., quien afirmó que puso la denuncia, pero por ser un trámite engorroso que lleva mucho tiempo dejó todo ahí.

Ambos transportistas dijeron que antes de cada viaje se encomiendan a Dios y a la Virgen para que no les pase nada en la carretera. “Pero se va con el Jesús en la boca porque siempre se corre riesgo de ser víctima de los delincuentes”, coincidieron los transportistas.

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Por ello, pidieron a las autoridades que se controlen más las vías, porque en la actualidad movilizarse por las carreteras es bastante peligroso, especialmente en la Costa.

“Aquí en Tungurahua no nos ha pasado nada hasta ahora. Los transportistas hemos sufrido muchos daños porque nos roban lo que nos cuesta mucho trabajo obtener”, comentó uno de ellos.

Un transportista de pasajeros contactado por este Diario respondió: “Gracias por el interés, pero no quiero volver a recordar ese lamentable episodio que a mí y a la familia nos dejó un trauma”.

Mientras que otro, de transporte interprovincial, en primera instancia señaló que en la cooperativa decidieron que los únicos voceros en estos temas serían los dirigentes, pero iba a consultar a ver si podía dar su testimonio. Luego, no hubo ninguna respuesta. (I)