En una hacienda del recinto Punta Alta, en el cantón Colimes, fue capturado días atrás Ronny P. M., uno de los más buscados por el delito de femicidio. El hombre de 27 años era requerido por las autoridades por la muerte de su expareja, Lissette Pilay Merchán, una joven con 40 % de discapacidad intelectual.

Ella vivía en el bloque 6 de Flor de Bastión, en el noroeste de Guayaquil, junto con sus suegros, pese a que ya tenía varios meses separada de su pareja y padre de sus dos hijos. Fue el 21 de abril del 2019 cuando desapareció. Lissette tenía entonces 23 años y semanas después fue hallada en estado de descomposición en el cantón Pedro Carbo.

Ronny Pilay, su hermano, sostiene que cuando su madre fue a visitar a Lissette, quien ya se estaba regresando de a poco a la casa de su familia, la suegra le dijo que ella se había ido y que le había dicho que cuidara a sus hijos.

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“La llamamos todo el día y nunca respondió. Al día siguiente llegaron mensajes muy extraños de un teléfono desconocido. Usaba palabras que no eran comunes de mi hermana, pero decía que era ella y que se despedía y pedía que no la busquen”, cuenta el familiar de la fallecida.

Los hijos de Lissette solo tenían 17 meses y 4 años cuando ella murió. Foto Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

Pilay revela que no solo su excuñado es procesado por la muerte de su hermana, sino también el padre de él, Próspero P., pues se determinó que el adulto mayor y su hijo habrían estado en Pedro Carbo en la fecha en que desapareció Lissette.

“Se hicieron las interceptaciones telefónicas y las antenas captaron la señal de los tres celulares allá; el del femicida, el de su padre y el de mi hermana también”, dice el hermano de la ahora occisa, quien espera que se haga justicia con la captura del principal sospechoso de la muerte.

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Pese a la autopsia, dice el hermano de la fallecida que no se pudo determinar la causa de la muerte por el avanzado estado de descomposición del cadáver. Él teme que eso sea usado por la defensa del padre e hijo para librarlos de la cárcel.

“La mitad de su cuerpo estaba en los huesos, se la habían comido los gallinazos. Cuando me llevaron a la morgue a identificarla la reconocí porque tenía un pedacito de un diente quebrado porque me presentaron un esqueleto, pero le faltaba otro diente que creo que se lo sacaron a golpes”, cuenta entre lágrimas Amelina Merchán, la madre de la víctima.

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También agregó que en el juicio que se sigue al adulto mayor (suegro de Lissette), quien tiene arresto domiciliario (tiene 73 años) desde hace algunos años, se descubrió que él había comprado un chip celular en la terminal terrestre de Guayaquil y que esa línea fue activada con los datos de la cédula de su hija.

“Desde ese número llegaron los mensajes de despedida y en los que pedía que no la busquen porque supuestamente se iba con otro hombre”, comenta la madre, quien asegura que la familia de los detenidos tenía meses planeando el crimen de la mujer, pues sostiene que un primo del supuesto femicida declaró que lo trataron de contratar para matar a Lissette.

La mujer refiere indignada que los suegros de su hija durante semanas fingían que la ayudaban a buscarla, pero también les pagaban a hombres que daban pistas falsas.

“Llegaron a decirme que la habían visto deambulando drogada por la calle, pero mi hija ya estaba muerta al pie de un río”, manifiesta.

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Los familiares de la fallecida incluso sostienen que en los primeros años del proceso se enfrentaron a la desidia de las autoridades. Dicen que por el caso han pasado tres fiscales y que uno de ellos hasta les recomendó que recibieran 6.000 dólares de la familia de los procesados y que se quedaran tranquilos, porque supuestamente no había pruebas suficientes para llevarlos ante los tribunales por la muerte de Lissette.

Amelina hizo una novena a san Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles, para que aparezca su hija. Días después la llamaron de la Dinased para que fuera a reconocer un cadáver. Foto Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

Ronny Pilay revela que el hoy detenido también los llevó a los tribunales para pelear por la custodia de sus hijos años atrás, pero no se presentó el día de la audiencia (23 de septiembre del 2021) porque dos días antes se le formularon cargos por femicidio y se emitió una boleta. Desde entonces estuvo prófugo.

Los hijos de Lissette y del sospechoso de su muerte actualmente tienen 9 y 6 años y viven con su abuela materna, Amelina. La menor la considera su mamá, no tiene recuerdos de Lissette porque solo tenía 17 meses cuando ella murió.

“La bebe todavía tomaba el pecho cuando se la llevaron y la mataron, les arrebataron a su madre”, lamenta Amelina, quien recuerda que hasta hizo una novena a san Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles, para que aparezca su hija.

“Aun no terminaba la novena cuando me llamaron de la Dinased para decirme que fuera a reconocer un cadáver y era ella”, expresa la abuela de los niños.

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El hermano de Lissette revela que años atrás incluso los obligaron a ofrecer disculpas públicas a la familia del procesado porque creó cuentas de redes sociales para difundir el caso y publicó los rostros y nombres completos de su excuñado y de su padre, y que la madre del entonces prófugo los demandó por calumnia.

“La jueza me recomendó que pida disculpas porque si los declaran inocentes, más adelante me pueden demandar y quitar dinero o mandarme preso y me tocó hacerlo”, dice indignado Pilay, quien sostiene que su hermana cobraba un bono por la discapacidad que tenía y que ese dinero supuestamente era usado para cubrir gastos ajenos a ella.

El 5 de diciembre se retoma la audiencia de juzgamiento contra Próspero P., el suegro de Lissette, sin embargo, aún no hay fecha para el juicio contra su hijo, Ronny P., quien acaba de ser detenido. (I)