En semanas anteriores tuve el honor de ser invitado a la inauguración del Torneo Nº 30 del Interbarrial de Fútbol, realizado en la Ciudad Deportiva Carlos Pérez Perasso; y, este sábado, la satisfacción de participar de la inauguración del Torneo Nº 42 de Béisbol de la Liga Infantil de Miraflores.
En ambos escenarios deportivos pude contemplar la participación alegre de miles de familias que acompañan a sus niños. El apoyo de los padres resulta fundamental para que los chicos se mantengan enfocados en la competencia; y, en este sentido, es increíble ver cómo los niños mueven a todo su núcleo, sin importar el clima ni los horarios, la gente llega desde donde sea y como sea, con tal de estar presente en esos momentos maravillosos con sus chicos.
Repaso esas imágenes alentadoras, olvidando por un momento que como construcción humana, el deporte también responde a la realidad cultural y social, y no escapa de las variables de un mundo que lo ha trastocado casi todo.
Así, ha servido en ocasiones como pretexto para la violencia y se ha convertido en una máquina que genera millones de dólares, sin importar el ejemplo que se brinda con ello a las nuevas generaciones. Tras sus destellos, contemplamos padres ansiosos que quieren un hijo destacado, sin respetar procesos naturales y sin aprovechar las valiosas enseñanzas que se adquieren por este medio.
En contraste, me quedo con la ilusión de los pequeños, sus risas, sus anécdotas. Me quedo con la estampa de la familia que se divierte el fin de semana apoyando a su pequeña “estrella”. Con ese lema que nos repetían de chicos cuando perdíamos por goleada, diciendo que lo importante es divertirse.
Lo cierto es que hoy es imposible no sentirnos orgullosos de que nuestra ciudad sea parte de varios proyectos que brindan oportunidades a miles de chicos a través del deporte.
Resulta clave el apoyo de la Municipalidad de Guayaquil, que año a año mantiene el impulso decidido a este tipo de torneos; así como también me resultó esperanzador comprobar que, pese a todas las situaciones que vivimos, aún existen empresas que están dispuestas a colaborar económicamente en esta ardua tarea.
El beneficio de estas gestiones definitivamente redunda en la sociedad. Un ciudadano preparado para pensar en equipo, respetar reglas y jugar limpiamente es, en definitiva, un mejor ciudadano.
La tolerancia y el respeto se aprenden en las canchas, y luego se ponen en práctica en la vida cotidiana.
Aplaudimos toda iniciativa que siga brindando a los niños y jóvenes de la ciudad la oportunidad de formarse a través de la práctica del deporte, como medio idóneo para regalarnos mejores ciudadanos, que tanta falta nos hacen. (O)