Se viene la #PaqueTasa y el Gobierno vuelve a maquillarnos las medidas económicas, esta vez con la nueva tasa arancelaria a las importaciones. Una tasa que pretende recaudar $300 millones anuales para que la Senae haga el trabajo que tiene que hacer.

Los importadores vienen siendo los enemigos del Gobierno desde hace varios años. Cometen el “error” de sacar dólares de la economía y por ende poner en negativo la balanza comercial. Pero analicemos esto desde el otro lado de la moneda. Con las exportaciones el país “pierde” banano cada vez que este producto se envía a otros países. Este banano deja de quedarse localmente lo que pudiera incrementar su precio al haber una menor oferta interna. En cambio los importadores permiten que entren al país productos de calidad a menores precios permitiendo que el nivel de vida de los ecuatorianos sea mejor y el poder adquisitivo sea mayor. Las importaciones son también una herramienta básica para poder exportar. En un mundo globalizado las materias primas se importan desde diferentes partes del mundo, así un televisor ensamblado en Ecuador contiene partes y piezas importados desde China, Estado Unidos o Taiwán. Con las tasas arancelarias a las materias primas lo único que se consigue es encarecer nuestros productos de exportación y reducir el nivel de exportaciones tan anhelado por el gobierno. Algunos ejemplos: entre la tasa y los aranceles la tela aumentará su precio de importación en un 22,31%, el alambre de cobre en un 27,57% y la levadura en un 15,17%. A esto hay que sumar el riesgo en que pone a los tratados de libre comercio con otros países al ver que sus productos son gravados con nuevos aranceles.

En vez de poner trabas a las importaciones debemos fomentar la industria nacional a través de mayores incentivos para que su productividad y competitividad sean mayores. Las barreras arancelarias solo crean una protección artificial insostenible en el tiempo que afecta directamente al bolsillo de los que menos tienen, quienes muchas veces terminan pagando por un mismo producto dos veces más que en nuestros países vecinos. Un claro ejemplo: un vehículo Chevrolet Spark en Ecuador con todos los impuestos y aranceles cuesta $12,490 mientras que en Colombia el mismo vehículo cuesta $7,650. Qué pena que seamos los ciudadano quienes terminemos pagando las consecuencias de una política tributaria que busca engordar las arcas fiscales en vez de dejar el dinero en manos de los ecuatorianos.

Con la nueva tasa arancelaria se encarecerán los productos, decrecerán las ventas y las utilidades llevando a una menor reinversión. Como resultado, el subempleo seguirá en aumento. Abramos los mercados y permitamos que la competencia haga su trabajo dejando que la balanza comercial se regule sola sin beneficiar a unos sobre otros. ¡Olvidémonos de la #PaqueTasa y escuchemos nuevas soluciones! (O)