Seguramente la vida de la familia Gabela empeoró a medida que el general trataba de impedir la compra de siete helicópteros Dhruv o demostrar el negociado que finalmente costó la vida de tres aviadores y las lesiones de otros once oficiales. La sangre de ellos y la del general Gabela está en las manos de altos funcionarios del Gobierno anterior y de las Fuerzas Armadas, como su viuda, Patricia Ochoa, ha relatado con valentía esta semana.

Detrás del asesinato hay muchas personas guardando silencio. Afortunadamente el perito Meza ha declarado ya los nombres de los implicados directos en el asesinato, así como autores intelectuales y en las próximas semanas volverá a hacer un peritaje sobre el caso para la Fiscalía. Es probable que se revelen más delitos relacionados con los negocios de compra de equipos y armas que podrían incluso influenciar decisiones presupuestarias que hoy sacrifican salud y educación mientras mantienen las prebendas de Defensa.

Parece obvio que a partir del delito de comprar los Dhruv irán saliendo como una hiedra maldita las fechorías para adquirirlos, las coimas y el asesinato del general Gabela. Luego se evidenciarán las farsas de comisiones en Asamblea y Gabinete para aparentar interés por descubrir a los delincuentes, pero que, como dijo la viuda del general, tuvieron como único objetivo borrar las huellas del delito.

Este tan lamentable como largo episodio al menos devela a varios personajes funestos de la política: en el Ejecutivo, en el Legislativo, en las Fuerzas Armadas y en las empresas privadas ligadas a ellos. Tantos de esos terminarán sus silencios cómplices cuando sean llamados a juicio como sospechosos. Dirán que siguieron órdenes para encubrir los crímenes y que por eso cambiaron u olvidaron nombres y funcionarios, mutilaron o perdieron documentos, escondieron hechos, actas y el tercer informe. Ante la cárcel harán los acuerdos necesarios para llegar a las cabezas de los crímenes de asesinato, corrupción y encubrimiento.

Pero queda mucho camino aún por recorrer y más delitos por investigar, incluidas las amenazas que la familia Gabela ha recibido, los intentos de desprestigiarla y la caja de Pandora que se abrirá con las compras en el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas. No puede escaparse ni un implicado, como no pueden seguir calladas las personas que tienen copia del tercer informe. ¿Estarán a la altura ahora la Fiscalía y jueces para lograr justicia?

La viuda de Gabela terminó la excelente entrevista que Carlos Vera le hizo diciendo que lo más duro fue enfrentarse a sí misma y a sus temores. Ojalá un mínimo de su tesón sirva de impulso para que algunos funcionarios entreguen información que repare una parte de esta infamia, para que el país sepa la verdad, se logre justicia y al menos algo de paz recupere esa familia.

Nuestro país ve la dignidad de Patricia Ochoa, ella no calla, persiste porque la vida de su amado impulsa su lucha. En la obra Antígona, de Sófocles, una mujer lucha y se enfrenta al terrible poder del silencio. Ante el desconcierto que esto causa, el hegemón, Creonte, recibe el siguiente consejo:

“No te obstines en mantener como única opinión que lo que tú dices es lo razonable, y no lo es lo que diga otro”. (O)