El 25 de noviembre de 1915, después de más de una década de trabajo, Albert Einstein culminó su obra más importante, Teoría de la relatividad.

La Teoría de la relatividad nos habla de un universo de cuatro dimensiones: tres coordenadas espaciales (largo, ancho y profundidad) y una coordenada temporal, donde el espacio se deforma debido a la presencia de objetos masivos como estrellas o galaxias, y la gravedad (descrita hasta antes de 1915 por las leyes de Isaac Newton) no es más que una consecuencia de la curvatura del espacio. Esta teoría no es solamente la interpretación de datos experimentales o un conjunto de postulados que nos permitan describir situaciones empíricas, es una nueva forma de percibir y entender la majestuosidad del universo, lo que elevó a Einstein al “Olimpo” de los grandes pensadores de la humanidad, un digno sucesor de Isaac Newton. A partir de 1915 la relatividad general ha estado bajo el escrutinio de los experimentos, desde medir la desviación de la luz en eclipses de sol (medido por primera vez en 1919) hasta la medición de las ondas gravitacionales (detectadas en el 2015 en el experimento LIGO); la relatividad general ha pasado cada una de las pruebas a las que ha sido sometida bajo condiciones de gravedad no tan extremas; si queremos ponerla a prueba en las condiciones más intensas conocidas, debemos llevarla al “corazón” de un “monstruo”: un agujero negro.

Los agujeros negros en sus primeros años (primera mitad del siglo XX) fueron una curiosidad de la ecuaciones de la relatividad general, se pensaba que eran objetos muy raros y no debían existir en el universo. Los agujeros negros son objetos compactos que presentan una gravedad muy alta, tan fuerte es su atracción gravitacional que ni siquiera un rayo de luz podría escapar de su influencia, y este caería hacia él. Se ha descubierto que en el centro de muchas galaxias (incluida la nuestra) habita un agujero negro de millones de veces de masa del sol, conocido como agujero negro supermasivo. Un agujero negro no deja escapar ni siquiera la luz, se pensó que sería imposible tomar una imagen de estos objetos. El 10 de abril de 2019, en Washington, científicos revelaron la primera imagen jamás lograda de un agujero negro. Esto representa un hito en nuestra comprensión del universo. Se observó la galaxia elíptica M87 localizada a 52 millones de años luz (1 año luz igual a la distancia que recorre la luz en 1 año a 300.000 km/s), la cual alberga un agujero negro de 6.000 millones de veces de la masa del sol en su región central. Se logró capturar la imagen usando ondas de radio del material que está cerca al agujero negro, y observar la sombra que este objeto produce. Además de lo impactante que representa obtener una imagen de estos objetos, por primera vez, resulta aún más asombroso que las observaciones realizadas concuerdan con lo que la relatividad general predice. Esto nos lleva a pensar que la relatividad general de Einstein describe de forma muy acertada el funcionamiento y naturaleza de la gravedad, y que más de 100 años después aún se encuentra vigente.(O)

Jonathan A. Quirola Vásquez,

Quito