En los días pasados, al igual que el año anterior y con seguridad el próximo por venir, el país tuvo y tendrá por algunos días en sus principales noticias la presencia y operación de una parte de la enorme flota pesquera más grande de la que se tenga memoria y que opera a nivel mundial en todos los caladeros de pesca en los que posea intereses.
Según el Informe del Estado Mundial de la Pesca y la Acuicultura FAO 2018, el 79,3% de la captura mundial de la pesca se produce en las aguas marinas, estas son las ubicadas en océanos y mares, al contrario de las aguas continentales que son aquellos cuerpos de aguas ubicados en ríos, lagunas y arroyos. China ocupa el primer puesto mundial de producción de captura de pesca, con 15’246.234 toneladas, cifra del año 2016.
La estrategia china pasa por mantener esta gigantesca flota supercapitalizada con subsidios que superan los cinco mil millones de dólares para pescar más y ampliar sus caladeros y fronteras de pesca. Estos subsidios sobrepasan ampliamente los presupuestos destinados a vigilancia marítima de muchos estados de la región.
Las pesquerías en nuestro país revisten una singular importancia tanto por la seguridad alimentaria de nuestro pueblo, cuanto representan una sólida fuente de empleo y de provisión de divisas por exportaciones. Una de esas principales especies objetivo son los pelágicos grandes, los atunes, la cual es una especie altamente migratoria y transzonal, es decir que está presente en diferentes geografías y jurisdicciones territoriales, según lo determinen sus diferentes ciclos de vida, pero debemos considerarlas como una sola unidad hidrobiológica, ya que la captura en cualquiera de sus zonas de tránsito representa un impacto en el conjunto de la población y sus consecuencias socioeconómicas sobre el Estado ribereño. Un esfuerzo pesquero de tan grandes dimensiones en aguas cercanas a nuestro archipiélago de Galápagos tiene implicaciones muy serias frente a la sensibilidad y equilibrio de la fauna marina de nuestro principal recurso turístico y Patrimonio de la Humanidad.
Esta problemática debe ser enfrentada a nivel regional, con una adecuada coordinación de las Fuerzas Navales y dentro del marco de la Comisión Permanente del Pacífico Sur (CPPS) de la que somos miembros junto con Chile, Perú y Colombia; y, a la luz de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) de la que somos Estado parte, así como también la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT).
Ecuador y la región deben llegar a acuerdos con China, para que nos provea de información fidedigna sobre las capturas totales y características biológicas de los recursos pesqueros que captura en la alta mar colindante con nuestras zonas económicas exclusivas insular y continental, los nombres y cantidad de embarcaciones participantes; así como las zonas donde se faena. Esto, a efecto de desarrollar políticas de administración pesqueras regionales, como en la actualidad sucede con la pesquería de los túnidos, que busquen la sustentabilidad de los recursos pesqueros y la seguridad alimentaria de nuestro país.
“El mar dará a cada hombre una nueva esperanza, como el dormir le da sueños”, dijo Cristóbal Colón. Que así sea. Los países de flotas distantes cambian de caladeros cuando agotan los recursos, nosotros no podemos cambiar de litoral, de archipiélago, ni de océano. (O)
* Exsubsecretario de Recursos Pesqueros.