Guayaquil  celebra su fundación compartiendo con el país circunstancias políticas y económicas deplorables. Un economista resume: “Mientras no aumenten las exportaciones, reduciendo los costos excesivos por 31%,  no habrá reactivación”. También ha disminuido la inversión extranjera, y en síntesis: no aumentará mientras no exista administración de justicia; no se puede confiar en un Estado en el que una Corte desobedeció la letra clara de la ley, en el que fiscales y jueces dan la espalda a las víctimas y  miman a los delincuentes. Desalienta más al inversor la demora para abrir un negocio: el doble de horas que en el resto de América.

Una muestra del  laberinto político que experimenta Ecuador es este: -EL Consejo de Participación Ciudadana, presidido por un cura que no debió ser candidato, investiga el nombramiento de los jueces de la Corte Constitucional. -La Asamblea Nacional enjuicia a la mayoría de los miembros del Consejo de Participación Ciudadana. -El Consejo de la Judicatura se dispone a destituir a jueces de la Corte Nacional de Justicia. -La Asamblea Nacional, integrada fraudulentamente por el extinto régimen dictatorial, no puede ser renovada sino al vencer su período. Es un legislador cojo y un fiscalizador manco.

Son penalidades propias de Guayaquil, la Perla del Pacífico: ha dejado de ser la capital económica de Ecuador y ha devenido en primer exportador de droga del Pacífico Sur. Es más, siendo puerto fluvial y marítimo fue abandonado hace décadas como puerto fluvial. No se  dragó el río Guayas  desde 1973. Se impone el dragado integral de este río y sus afluentes: los ríos Daule y Babahoyo, mediante licitación internacional que estudie la ubicación de muelles y el alcantarillado en los pueblos ribereños que vierten aguas servidas. Tras la inercia de casi medio siglo se produjo la farsa del Consejo Provincial limitando el dragado a absorber un islote minúsculo, mediante un contrato con sobreprecio del orden de 22 millones de dólares, que el nuevo prefecto hará bien en dar por terminado. Para colmo se han construido en el Golfo de Guayaquil dos nuevos  puertos marítimos: Puerto Bolívar y Posorja, sin licitaciones auténticas acaso al conjuro de la comisión  usual en este tipo de contratación. Que compitan tres puertos en un solo golfo es muestra excepcional de desorden. La Perla es también ciudad atormentada por carecer de una carretera pavimentada a las playas del mar y otra que la vincule con la vecina provincia de El Oro. Guayaquil es ciudad  abrumada por iniciativas disparatadas como el funicular, propio de ciudades montañosas, y el tren lechero condenado a detenerse en media docena de  pueblos en 120 km. Antes que construir otro puente sobre el río Guayas debiera estudiarse si es suficiente ampliar la vía perimetral para facilitar el transporte hacia la Sierra. Si después se optara por un nuevo puente solo sería admisible un puente colgante similar al de la ciudad de San Francisco.  (O)