Nota preliminar: Así como toda comida debe ir acompañada de un buen vino, pues, propongo, que este artículo sea acompañado de dos buenas canciones, desde la perspectiva del autor. Si bien, los vinos y las canciones son de gustos personales, propongo el siguiente maridaje: empezar con Everything in its right place, de Radiohead; y, luego Heroes, de David Bowie.

Muy pocas personas han escuchado hablar de una mujer que, gracias a su ingenio y perseverancia, cambió la manera en que entendemos el Universo: la astrónoma Vera Rubin.

Desde muy pequeña, Vera tuvo curiosidad por las estrellas. Como reconocería en una entrevista, a los 12 años nada le parecía más interesante que acostarse en su cama y ver el firmamento. Sin embargo, su entusiasmo por entender cómo funciona el Universo, y por dedicar su vida a esta tarea, fue recibido con bastante hostilidad en sus primeros años como científica. La razón: el machismo preponderante de aquel entonces (años 50 del siglo pasado), cuando las mujeres, por ejemplo, no tenían siquiera un baño propio dentro de los centros de investigación. Pero esto no la detuvo; conocida es su anécdota en el observatorio de Palomar en California, en 1965, donde, sacando a relucir su carácter y temperamento, e inspirada por su valentía y pragmatismo, se le ocurrió pegar una falda de papel al símbolo del hombrecito que indicaba que el baño era para uso masculino. “Ahí lo tienen: ¡ahora ya hay baño para mujeres!” exclamó Vera, para luego proseguir con sus labores.

Vera Rubin hizo muchos descubrimientos relevantes y, en ese proceso, allanó el camino para que futuras mujeres puedan hacer lo mismo en este campo. Su mayor legado científico fue haber estudiado el movimiento de la galaxia espiral Andrómeda, la más cercana a la Tierra. Bajo el consenso científico de la época, se sostenía la tesis según la cual las estrellas más cercanas al centro de una galaxia debían girar más rápido que aquellas que estaban más lejos. Esto, tal expliqué en un artículo anterior, porque según la teoría de la gravedad de Newton y de la relatividad de Einstein, los planetas más cercanos al sol giran más rápido que aquellos que están más lejanos al sol. Así, por ejemplo, Mercurio gira alrededor del sol en 88 días y Plutón en 248 años. Pues lo mismo se predecía iba a suceder con las estrellas dentro de una galaxia.

Pero Vera y su compañero de investigación, Kent Ford, pudieron observar que las estrellas de la periferia giraban con la misma rapidez que las del centro. Para aquella época esto parecía imposible, pues se pensaba que, si las estrellas de la periferia viajaban a las mismas velocidades que las del centro, entonces la galaxia –en teoría– no podría mantenerse junta en esa bella espiral y, en tal caso, debía estar desperdigada por todos lados, como un cuadro de Jason Pollock. Y, sin embargo, allí estaba Andrómeda, girando a una velocidad uniforme sobre su propio eje mientras, a miles de años luz, mientras dos científicos se quedaban anonadados por su simpleza y aparente desparpajo frente a las leyes de la gravedad y relatividad.

Estas velocidades uniformes de todas las estrellas sólo podían tener una explicación: debía existir algún tipo de materia que, aunque no hubiera sido jamás observada, estaba ejerciendo gravedad y, por ende, deteniendo el movimiento rotacional de las estrellas más lejanas al centro de la galaxia. A esta materia desconocida posteriormente se le llamó «materia oscura», aunque también la podríamos llamar «materia desconocida» porque, en definitiva, hasta hoy no existe ninguna certeza respecto de lo que aquello sea.

Con la no poco ambiciosa misión de estudiar y desentrañar la naturaleza de esta evasiva y misteriosa «materia oscura», la Fundación Nacional para la Ciencia y el Departamento de Energía de los Estados Unidos están construyendo un observatorio en la cordillera andina chilena, con el telescopio más preciso del mundo. Para honrar a la mujer que apuntó a este vacío en nuestro conocimiento científico, el observatorio será bautizado como el Vera Rubin Observatory. Se trata de un justo homenaje para alguien que, parafraseando a Dennis Overbye del New York Times, ayudó a marcar el comienzo de un cambio a escala copernicana en el entendimiento del Cosmos; y es que la materia que habíamos observado durante milenios no es todo lo que hay en el Universo: es sólo la punta visible de un pesado iceberg de misterio. (O)