El 2021 es el año de la reactivación, año en el que la economía debería volver a crecer. Muchos esperan que tal o cual candidato gane para que la reactivación se produzca, que se aplique una medida, un plan o una ley; en fin, esperan alguna circunstancia favorable del entorno para que la reactivación ocurra. Es indudable que una de las mayores palancas de reactivación es la cancha en la que jugamos, y no hay mayor dificultad para empresarios, ciudadanos y todos que jugar con cancha inclinada. Por ello, seremos todos responsables de elegir el mejor líder y la mejor propuesta posible.

Sin embargo, hay una palanca más poderosa para la reactivación, que nos ayudará a todos incluso a superar las condiciones adversas: es el superpoder que cada uno tiene, aquello que hacemos con una facilidad y una alegría especial, aquella característica, valor, habilidad excepcional o destreza que nos vuelve únicos. Este es el descubrimiento más importante que ha salido a flote en el 2020 gracias a la crisis, y que sin lugar a dudas ha cambiado la vida de todos para ser mejores.

Hemos presenciado en el país cómo los líderes, gerentes generales y las personas se han conectado con el origen, la inspiración y la voluntad de sus organizaciones y consigo mismos; han descubierto en qué son buenos realmente, qué los distingue, capacidades que tenían latentes y que les han servido para reinventar sus negocios y liderar campañas de solidaridad. El 2020 ha sido un año para volver a lo esencial, a recuperar la solidaridad productiva y la colaboración, así como lo simple de la vida y el contacto con la familia.

Ha sido un viaje doloroso de aprendizaje y crecimiento, pero sobre todo de preparación para una evolución personal y colectiva que, si la aprovechamos, nos debería conducir a la reactivación.

Nuestra economía es la suma de los comportamientos y conductas humanas; de ahí que la reactivación surgirá cuando individual y colectivamente nos volvamos a activar en torno a un propósito o una causa mayor, y cuando pongamos a disposición el potencial que tenemos.

Es un muy buen ejercicio para estas Navidades reflexionar y compartir junto con los más cercanos colaboradores, amigos y familiares este descubrimiento. En tal sentido, recomiendo hacer cuatro preguntas sencillas y gatilladoras:

¿Cuál es mi superpoder personal que ha salido a flote en 2020? ¿Cuál es el mayor desafío personal en el 2021? ¿Cómo voy a aplicar el superpoder en torno al desafío? ¿Cómo nos ayudaremos mutuamente?

Superpoder es un término que se ha explotado ampliamente en la literatura pulp, de historietas, ciencia ficción y el cine, como el atributo clave de los superhéroes. Tenemos ahora la posibilidad de aplicarlo a lo individual y lo colectivo para conocernos a nosotros mismos y conseguir, apalancados en él, los sueños, esperanzas y aspiraciones.

Hacer que la economía vuelva a funcionar es el mayor desafío que tenemos por delante; va a requerir justo eso, que cada uno de los ecuatorianos se convierta en un superhéroe de su destino y lo ponga a disposición suya, de su familia, su empresa y el país. (O)