En un Gobierno toda época tiene su importancia. Hay dos que evidencian más valías y miserias de los gobernantes: los primeros días; y los últimos meses, semanas y días.

Rafael Correa, el 15 de mayo del 2017 —la Presidencia debía transferirla el 24 de mayo a Lenín Moreno, a quien consideraba obsecuente sucesor— inauguró once salas de museo en el Palacio de Gobierno —su costo fue de millones de dólares—, con diferentes espacios, los más novedosos los que recibirían más de once mil obsequios que en su década le habían entregado. En su inauguración expresó: “Jamás me he aferrado a bienes materiales (...) solo llevo mi guitarra, mi bicicleta, una carpa y mi mochila”. Con crueldad, Carlos Vera, al día siguiente, 16 de mayo, escribió: “El museo de los regalos en Carondelet; el museo de los sobornos en el exterior”.

Donald Trump —que debe retirarse de la Casa Blanca el 20 de enero del 2021— se ha resistido por todos los medios para no perder el poder. La movilización de miles de fanáticos agresivos contra el Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero del 2021, fue impulsada por él; y, más allá de que haya procesos penales y condenados, evidencia la radicalización de grupos poblacionales, similares a los que auparon los surgimientos del fascismo y del nazismo, cuya continuidad fue la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué pasará hasta el mismo 20 de enero del 2021? Parecería que algunas cosas en lo internacional, en radicalizaciones y sanciones a empresas proveedoras de bienes y servicios al Gobierno de China, denunciándolas como aliadas con el Gobierno de ese país. Lo más seguro es que el presidente Biden dé marcha atrás a esas radicalizaciones y sanciones, pero serán temas abiertos para los tiempos que vienen en cuanto a las relaciones internacionales de Estados Unidos.

Pero, por otro lado, cuando Trump está por irse, al Ecuador se le abriría una línea de crédito de hasta por $3.500 millones de la Corporación de Desarrollo Financiero de ese país (DFC), a largo plazo, con costos financieros que podrían estar por debajo del 3 % anual, para impulsar, operación por operación, traspasos de activos estatales a sectores privados; y para pagar o sustituir deuda onerosa para el Ecuador. Ahí se incluiría parte de la deuda con China, de costo de alrededor del 7 % anual, con colateral de petróleo, con márgenes impuestos.

En el Ecuador, a 20 días de los sufragios del 7 de febrero del 2021 y a 126 días de la trasmisión, será esencial que haya transparencia de toda la gestión de Gobierno.

Las chifladuras de algunas ofertas electorales tendrían efectos peores que el COVID-19, harían saltar a la dolarización. Todo gasto y crédito debe soportarse en recursos reales.

Están por tramitarse reformas muy importantes para el sistema financiero nacional y los actores que demandan sus operaciones y servicios, razón de ser del sistema. También para el Banco Central del Ecuador, que no puede caer en el riesgo de ser herramienta para el gasto fiscal, como sucedió en el correato.

En contratación pública, mucho cuidado. Las ilícitas presiones para adjudicar o tumbar procesos son evidentes. Hasta toman el nombre del presidente. (O)