Las autoridades deben actuar con firmeza y corazón, protegiendo a quienes día a día luchan por ganarse la vida. Es urgente que desplieguen inteligencia táctica, patrullajes constantes y una presencia real en los barrios, no solo en los informes. Es necesario que las autoridades devuelvan la esperanza al comerciante y le garanticen que su trabajo estará libre de miedo, sin extorsiones ni amenazas. La seguridad no es un privilegio: es un derecho, y el Estado debe estar a la altura de ese compromiso con cada familia. (O)

Fernando Alburquerque, Guayaquil