Existe una nueva moda aquí en Quito. No, no se trata de una nueva forma de vestir o de novedosos atuendos y colores para la gente fashion. A lo que me refiero es a la modalidad que han adoptado cientos de quiteños para deshacerse de los excrementos de sus perros, especialmente en los barrios de las clases media y alta.

Orondos dueños de mascotas recogen la caca de sus finos canes, en bolsas plásticas. Hasta aquí todo bien. Sin embargo, luego de mirar a su alrededor para asegurarse de evitar miradas indiscretas, estos individuos simplemente arrojan dichas bolsitas con contenido fecal, unos metros más adelante sobre la misma acera que sirvió de retrete para su consentido animal. Otros perrófilos más astutos, dejan colgadas sus funditas rellenas, en los ganchos de los postes de luz. Así que, amable lector, cuando camine por las veredas de su barrio, tenga cuidado de no pisar estas bolsitas, pues además de un feo resbalón puede quedar saturado de las ingratas materias y olores por dondequiera que usted circule. Es innegable que Quito es una ciudad sucia. Se lo debemos a miles de sus cochinos moradores. (0)

Esteban Arcos Olarte, Quito