Soy admirador del poema Augurios de inocencia, de William Blake, por lo profundo, simple y concreto que es. Una de sus frases dice: “Para ver el mundo en un grano de arena y el cielo en una flor silvestre abarca el infinito en la palma de tu mano y la eternidad en una hora”.

La felicidad viene de adentro

Así como leo la Biblia y los salmos, que son extraordinarios, así leo el Tao Te Ching, de Lao Tsé. El verso XIII es genial; dice: “Hablar poco es algo natural. Un huracán no dura toda la mañana. Un aguacero no dura todo el día. ¿Quién los origina? El cielo y la tierra”.

El sabio sabe que es ignorante

Estos son fenómenos extremos desmesurados; por eso, no pueden ser prolongados. Si el cielo y la tierra no pueden sostener una acción excesiva, cuanto menos lo podrá hacer el hombre. Si actúas de acuerdo con el Tao (Dios), su poder fluirá a través de ti, tus actos se harán naturales. Somos uno con la naturaleza; somos parte de ella. Si la destruimos, nos destruimos nosotros. Venimos de la energía divina y con ella al final nos fundiremos hasta la eternidad, hasta el infinito. Mientras tanto, todo lo que hay en el universo se cambia; después de 100 años solo unos pocos sobrevivirán y todo cambiará, porque la vida es eso, acción, cambio, transformación para bien o para mal.

Publicidad

Todo viene y luego pasa. (...) Los sufrimientos pasan y luego viene la calma.

Ahora el ego, el consumismo están produciendo la destrucción de la capa de ozono y el sol nos chamuscará. ¿Y qué hacen con los bienes materiales? Solo observar su destrucción, porque todo cambia; por lo tanto, todo está sujeto a la destrucción; es su naturaleza: todo se transforma. Nuestra sabiduría, nuestros conocimientos, nuestra inteligencia nos dicen que lo mejor es vivir en armonía con la naturaleza.

El sabio sabe que es ignorante

Todo viene y luego pasa: las lluvias, los terremotos, los tsunamis y los sufrimientos pasan y luego viene la calma. Lo malo es pasajero. Busquemos hacer el bien. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro