Los amantes de la cultura y de las artes vemos con asombro y satisfacción un reverdecimiento de las actividades vinculadas a estos campos del quehacer humano, en Guayaquil, organizadas y ejecutadas por diferentes organismos encargados de estas.
La vida, pensamientos y reflexiones
Destacamos lo que viene haciendo, en este sentido, la Casa de la Cultura, el Ministerio de Cultura y Patrimonio a través del Museo Antropológico y Arte Contemporáneo (MAAC); el Museo Presley Norton y otros colectivos culturales como la Sociedad Iberoamericana de Poetas, Escritores y Artistas (Sipea) y el Centro Cultural Ecuatoriano Medardo Ángel Silva.
Precisamente, el pasado jueves 15 de agosto, a las 18:30, en el Presley Norton que dirige Martha Torres, se realizó un encuentro coral con la participación del Coro de Jóvenes Estudiantes y el Coro de Niños de la Universidad de Guayaquil del mismo centro académico. Las dos agrupaciones son dirigidas por Francisco Aguilera, un joven director de coro que, desde el punto de vista profesional, deja notar un trabajo importante y promisorio.
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El repertorio que ofrecieron tanto los jóvenes, como los niños, estuvo marcado por obras de corte internacional que incluyó un vals peruano, un bolero de origen mexicano, un villancico europeo, y algunos temas en inglés y uno del género “negro espiritual”.
Todo eso estuvo muy bien y es oportuno felicitar y agradecer a la Universidad de Guayaquil por dedicar esfuerzos a la formación artística de jóvenes y niños. Lo que no estuvo bien es que, en ese repertorio no se haya incluido un tema de corte nacional, ya que la música es universal. Lo sorprendente aún es que el director Aguilera en su intervención dijo algo que dejó atónitos a muchos de los asistentes cuando se refirió al pasillo. Con cierto aire de menosprecio criticó a otros directores corales que ponen a los niños a cantar pasillos y agregó que “los niños deben cantar lo que entienden para que lo sientan” y que los pasillos “no lo entienden”.
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No pude haber escuchado un concepto más equivocado y de una persona que, se entiende, tiene una concepción universal sobre la música. Quise preguntarle, pero me abstuve, porque consideré que no era el momento oportuno, por eso lo hago a través de esta carta. ¿Será que los niños entienden y sienten los temas en inglés que los hizo memorizar? ¿Quién es el que no entiende el pasillo, el director o los dirigidos? El director de estas dos importantes agrupaciones corales tiene también las funciones de un maestro y, por lo tanto, está en el deber de enseñar. La universidad debe tener mucho cuidado en que los jóvenes y los niños se formen con sentimientos de autenticidad, además de la universalidad que supone la música.
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Para ser mejores debemos ser más auténticos. Mientras más conozcamos lo auténticamente nuestro, seremos mejores ecuatorianos, por eso le sugerimos al director de los coros juvenil e infantil que auspicia la Universidad de Guayaquil que incluya pasillos en el repertorio de sus dirigidos. (O)
Enrique Vicente Álvarez Jara, licenciado en Ciencias Políticas, Guayaquil
