Una tristeza causa ver que cada año es igual en Ecuador con dirigentes y políticos enzarzados en las mismas disputas en pro de sus intereses propios, impidiendo el derecho a una convivencia en paz; exacerbando ánimos, saqueando y destruyendo.

No se asimilan los años terribles del silencio y acoso, del fanatismo y oportunismo. El libre pensamiento sigue bloqueado por cierta burocracia central y seccional, por mafias delincuenciales y ciertas denominadas ‘movimientos sociales’; también por ciertos de la academia castigando al comerciante, al empresario bajo el mote de pequeño burgués y de conceptos repetitivos que ha contaminado a un gran número de universitarios y profesores de un resentimiento social.

Ni qué hablar de la burocracia de algunos policías, jueces, funcionarios que aparecen poco oportunamente o no responden cuando nos presentamos a reclamar nuestros derechos, nuestros muertos; pues la ciudadanía sufre, unos más otros menos, el terror que va para 15 años. La iniciativa pública está muerta y la privada queda en manos de empresas políticas fundadas en el propio Estado en el cual han medrado ciertos políticos, funcionarios; y de grupos que agradecen la falta de políticas en materias laboral y educativa en todo nuestro continente, aparte de definir la legalidad de las drogas y su adquisición para obtener un control más preciso y beneficioso para tanto ciudadano vicioso... Movimientos de subnormales cortan árboles, atentan contra la propiedad, la humanidad, queman llantas y edificios para bajar la gasolina, callan ante la minería, la tala, ilegales; el comercio informal que no paga impuestos ante la desidia de entes... Esperan seguir arrasando dichos actores oficiales y sociales, deformados y destruidos en lo moral y funcional, tras años de socialismo del siglo XXI. (O)

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Roberto Francisco Castro Vizueta, abogado, Guayaquil