En tiempos pasados existían principios éticos y morales para defender nuestros buenos respecto de tus malos. Esos conceptos han cambiado y ese axioma ha desaparecido. La defensa egoísta de nuestra identidad es el nuevo paradigma. Género, sexualidad, territorio, idioma, cultura; sobre todo felicidad del deseo. Ese deseo es el consumir, la apariencia, el materialismo como ‘felicidad’ social. La realidad ya no existe, pues es incompatible con ese deseo.

La verdad, como dijo el otro, se cambia según las circunstancias. La mayoría social solo quiere droga que alimenta una adicción. Dame mi parte de poder y de deseo, lo demás es irrelevante. Europa se ha desvirtuado. En España somos adictos a las irrealidades y siempre terminamos pagando por ello. Esperamos, comiendo palomitas, ver pasar la película hasta que se imponga la realidad que siempre queremos disfrazar de ideología superprotectora. (O)

Pablo Fuentes C., Valladolid, España