Necesitamos de urgencia el concurso patriótico de todos los guayaquileños y los afincados en esta rica y bella provincia, sin mirar distingos de clases, porque están siendo vapuleadas, postergadas y suprimidas, nuestras más señeras instituciones a vista y paciencia de los medios de prensa, de su Municipio, Consejo Provincial, universidades, empresas privadas y demás instituciones; que tienen el deber patriótico de exigir el respeto y el derecho al progreso en todos los ámbitos del desarrollo de sus habitantes.

Nos arrebataron de manera sistematizada, orquestadamente, el Instituto Nacional de Higiene Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. Desde el anterior gobierno eminentes médicos reclaman, pero tienen mínima divulgación en la prensa, que no surte el efecto deseado. En similar situación se debaten en sufrir destrucción por abandono el otrora Hospital Neumológico Dr. Alfredo J. Valenzuela, más conocido como LEA, sanatorio imprescindible de utilidad para miles de enfermos por dolencias pulmonares. El Conservatorio de Música Antonio Neumane; etc. Preguntémonos si esas cosas suceden en otras provincias, ciudades; que en Guayaquil pasan como ‘lo más normal’ sin que sintamos remordimiento cívico.

Con el demagógico cuento del gallo pelón, usado a modo de amenaza, manifiestan que van a realizar el dragado: “Va porque va”. “En tres meses comenzamos la obra”... Se empecinan a llamar obra a una miniobra, ya que omiten que cuando comiencen a dragar (ai es quedragan) será en una mínima parte donde termina el río Daule, dejando incólume pocos metros adelante donde se acerca al encuentro con el río Babahoyo, y ambos confluyen para formar el río Guayas. Ese entorno o pequeño espacio del río Daule es causa de años de quemeimportismo, que provoca embancamiento del río y la disminución de la fuerza de las corrientes, de la profundidad de su cauce; lo cual se revierte en grandes bancos de arena que acarrea a la muerte no solo del río, sino de especies ictiológicas, de tierras circundantes y de muchas aves que ven deteriorado el hábitat, ocasionándoles su extinción. No defender lo nuestro es antipatriótico, peor aún aferrarnos al pasado como queriendo apoderarnos de las glorias por lo que otros hicieron, y nosotros alegrísimos e irresponsables festejamos la pérdida de nuestras instituciones y la esencia de la guayaquileñidad. (O)

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César Antonio Jijón Sánchez, Daule