Se anuncia para el segundo semestre de 2023 gran probabilidad de que se produzca el fenómeno de El Niño, evento climático recurrente en la Costa ecuatoriana; frente a lo cual informan como novedad que son necesarios planes de contingencia para minimizar sus efectos.

En Ecuador, los últimos 60 años se han presentado seis fenómenos de El Niño, de los cuales los de 1983 y 1998 fueron los más grandes del siglo XX, además de otros desastres como sequías, terremotos, erupciones volcánicas y una gran vulnerabilidad agravada por el impacto de las migraciones a las ciudades y de las actividades agrícolas y piscícolas que aceleran la erosión, sedimentación y contaminación de los cuerpos de agua. Luego de El Niño de 1998 surgieron debilidades físicas, sociales, técnicas, culturales, institucionales y políticas, que mostraron que la vulnerabilidad de la región había crecido. En la actualidad, durante y después de los desastres, se evidencian debilidades institucionales en la inmadurez para atender y canalizar la ayuda a las poblaciones afectadas, y en la inexistencia de normas durante la reconstrucción, que incluyan criterios preventivos y sociales basados en la experiencia local o mundial. Esto sumado a la falta de cultura de prevención y reducción de desastres a todo nivel, hacen más repetitivos los sufrimientos de la población. La reducción de la vulnerabilidad se vuelve un objetivo del desarrollo sostenible, al mejorar la calidad de vida en el campo y las urbes, facilitar inversiones y rendimientos de la producción; por eso es menester hacer partícipes a las comunidades, de las amenazas y vulnerabilidad en sus territorios, analizar planes de prevención y reducción de desastres, financiamiento y operación de obras de aprovechamiento hidráulico, etc. La prevención debe ser parte de los objetivos del Estado. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil