Como es de conocimiento público, vivimos un ambiente inhóspito, de zozobra e inseguridad por la crueldad de las mafias del narcotráfico y las bandas criminales que han sembrado el terror y el miedo en la comunidad.

La violencia comprende el uso de la fuerza física, es una amenaza que puede ocasionar deterioro, daños psicológicos, privación e implica la muerte. La violencia que puede ser de carácter física, verbal o psicológica provoca depresión, ansiedad y otros trastornos de la salud mental.

Conflicto armado interno

La afectación psicológica se produce por un impacto negativo sobre el estado emocional y mental de una persona. El daño psicológico no es una señal de vagancia, sino una respuesta a situaciones de angustia o traumas por abuso, manipulaciones o estrés postraumático. El daño mental puede afectar los pensamientos, las emociones, la personalidad, la conducta, la percepción y el bienestar general de las personas.

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En nuestra urbe, Guayaquil, considerada una de las ciudades más violentas del país por el alto índice de homicidios, secuestros, asaltos y vandalismos no hay persona que no haya sido víctima de una experiencia de violencia. Quienes han sufrido alguna de estas situaciones quedan con miedo, ansiedad, depresión, insomnio, pérdida de interés para desarrollar las actividades diarias, irritabilidad y estrés postraumático.

La esencia del ser humano: en busca de la felicidad

Por otra parte, vale resaltar que hay otros agravantes que contribuyen a crear ansiedad y temor en las personas, como es el caso de ciertos medios de comunicación que dan demasiados detalles gráficos acerca de asesinatos. Ver estas noticias es obviamente negativo por el impacto y la huella psicológica y emocional que se graba en el inconsciente y con mayor razón si estas escenas las presencian los niños y jóvenes. Debería haber un protocolo que regule la información sobre este particular para no afectar las susceptibilidades de la ciudadanía.

Es muy importante destacar que las personas afectadas con estrés postraumático deben acudir a los centros de salud mental para su recuperación.

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En cuanto a la seguridad que requerimos de urgencia todos los ecuatorianos, es menester reconocer en primera instancia la ardua labor que ha venido desplegando el presidente Daniel Noboa desde sus inicios como mandatario del Ecuador.

Entre la crisis y la visión del Ecuador

La batalla contra la delincuencia y el crimen organizado que no da tregua para destruir a las familias y al Estado, estimo que también nos compete arrimar el hombro a todos, unirnos para combatir de raíz al enemigo que nos asedia y tortura. Hay que denunciar los atropellos. Es impresionante el número de niños y jóvenes reclutados por las mafias entrenados y asalariados para cometer delitos como el sicariato, extorsiones, vacunas y secuestros.

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Propongo que el Gobierno contrate un grupo de psicólogos, junto con visitadores sociales, para que según el cronograma puedan repartirse y acudir a los lugares marginales donde la pobreza tanto económica como educativa abunda y establecer cuántos menores habitan y en qué condiciones se desarrollan y con quiénes viven. (O)

José Castillo Celi, psicólogo y médico naturista, Guayaquil