Urdesa fue diseñada como una ciudadela o barrio residencial, no como una zona comercial; esto se ha dado con el tiempo, pero atropellando los derechos de quienes habitamos en ella ya por lustros. Hoy tenemos que denunciar lo que sucede a todas luces sin que la Gobernación, la Alcaldía, el Cuerpo de Bomberos, el Ministerio de Salud y sus correspondientes departamentos respondan, por el estado de postración en que vivimos aquí.

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Los adoquines de la avenida Víctor Emilio Estrada están en constante deterioro en los mismos sitios donde los arreglan. El descuido de la parte botánica llegó a la avenida Kennedy: murieron sus acacias y samanes, dejaron que la cochinilla prospere hasta su muerte; es decir que se perdieron decenas de años que tardaron en brindar un paisaje único en la avenida.

Instituciones ‘ciudadanas’

El parque de Urdesa es emblemático. En sus inicios tenía un área de patinaje, luego la modificaron, le pusieron rejas, máquinas para ejercicios que son mantenidas por sus usuarios de la tercera edad, pero su única puerta se abre tarde. Este parque está sucio, marchito y sin cuidado. El gran samán de la esquina, que debería tener un uso adicional al de dar sombra, está descuidado y es la joya de la corona del parque; se le puede dar otros usos, como por ejemplo edificar una plataforma de caña, que sea de dos pisos soportada por pilares del mismo material, y ofrecer en su segunda planta un mirador, emulando la casa de la familia Robinson (serie de televisión).

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Ahora tenemos que soportar discotecas que laboran hasta horas de la mañana con un ruido que llega hasta la iglesia y sus alrededores. Pero no hay policía que venga; solo pasan a determinadas horas y suenan sus sirenas para conversar con los porteros de las discotecas y se marchan. Desde que comenzó el estado de excepción no hemos notado militares ni policías haciendo redadas; mientras tanto, Urdesa naufraga entre la delincuencia y la amnesia de las autoridades.

Urdesa solicita más respeto y atención. No olviden que, aunque sea un sector comercial, la mayoría de sus habitantes son familias con gran porcentaje de personas de la tercera edad. ¿Estamos pidiendo demasiado? (O)

Gustavo Zevallos Baquerizo, ingeniero civil, Guayaquil