El dogmatismo es una condición mental realmente deplorable, impide razonar, defiende tesis a rajatabla sin analizarlas, lleva, en definitiva, al hombre y a la mujer, por supuesto, a una condición de autómata de ideas fijas aunque sean obsoletas y de inutilidad demostrada.

Hay muchas manifestaciones que han probado esta condición, allí tenemos dogmatismos políticos, religiosos y, los más peligrosos y denigrantes, los que giran alrededor de una persona. Es una distorsión del dogmatismo tradicional que se refiere a ideas. Recientemente he leído una carta en un diario, de una persona que sale a defender el calificativo de ‘borregos’, argumentando que este es un animal que no hace daño a nadie e incluso habla de que Jesús se llamó el Cordero de Dios. ¡Pobre!, no logró entender que a un grupo de seguidores de una organización política se los llamó como borregos (no corderos), porque son mayores de edad que siguen cual rebaño al pastor, a un líder que no acepta razonamiento que demuestre sus falencias y que repite las mismas consignas que genera ese líder, como si de loros se tratara. Por allá, otros dogmáticos salen a defender la invasión de Rusia a Ucrania y veladamente aluden que la razón es evitar la aplicación de fascismo en Ucrania. No entienden que cada pueblo tiene la libertad de escoger su destino, no, ellos están acostumbrados a que se les imponga una idea y no aceptan ninguna objeción respecto a esta. Esa misma gente criticó las invasiones de otras repúblicas, hechas por países de ideologías distintas a las de Rusia; ¿por qué unas invasiones son buenas y otras malas? Todas son malas porque se trata de imponer ideas distintas a otros seres humanos, y punto. El dogma degrada la mente humana y la lleva al servilismo. Desde luego que hay quienes se sienten cómodos siendo serviles, aduladores, pero esa no es la esencia de un ser humano, es la manifestación de una servidumbre voluntaria que raya en la esclavitud. Debemos defender la libertad de cada ser humano de decidir por sí solos y las democracias que son la expresión mayoritaria de cada pueblo, cuando esta se ha expresado sin trampas. Nadie es salvador de nadie, solamente hay interesados en su propio beneficio y para eso llevan a los que se dejan, atrás suyo. Cuando hay dos o más personas que piensan exactamente igual, no cabe duda que solamente uno de ellos piensa. (O)

José M. Jalil Haas, ingeniero químico, Quito