Al segundo año de pandemia del COVID–19, sus efectos: pérdida de seres amados, desempleos a flor de piel en muchos hogares..., han sido un escenario reiterativo.

Al faltar poco para que finalice el año 2021, nuestra conciencia grita internamente y exige reencontrarnos con esta y llega la disyuntiva entre tomarnos más la gracia del Espíritu Santo o permitir ser aniquilados por la gigante pisada de sucesos desfavorables. Al escoger la primera opción llega una fuerza no nuestra porque hace rato fue desgastada, sino la fuerza poderosa que viene solo de Dios para convertirle de derribado a levantado y ser un instrumento de amor para servir a niños y hogares. Describo una obra que hemos realizado personas con buena voluntad, con aportes económicos, juguetes, ideas, expresiones de aliento y valioso tiempo: unir fuerzas para cumplir en un plazo de 30 días, dar alegría a otras personas.

Sí estás a tiempo, busca un grupo, empieza con tu familia, vecinos, amigos, colegas, iglesia; lidera, toma el control, delega, esta sinergia te llevará a otro nivel en el cumplimiento de tu misión. Sé protagonista, no espectador. Niños deleitados con juguetes, fundas de caramelos, madres de familia con alimentos no perecibles, dibujarán en el rostro alegría y esperanza, que existe gente buena que recibe y da. Ver el rostro de un niño feliz que recibe un juguete que tiene su nombre, le permitía comprender que alguien de buen corazón pensó en él y lo donó para él. Una actitud que nos enseña a ser donadores de amor, entrega, caridad y agradecer por lo que recibimos. Te invito a experimentar y cambiar escenarios no favorables, porque no sabes el día que terminará el peregrinar, y recuerda, en el tránsito debes unir tus fuerzas a las de Dios, ser capaz de dejar huellas y así transformar tu realidad y la de otros. (O)

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Mery Katty Barzola Jiménez, licenciada en Comercio Exterior, vía a Daule